Durante siglos, las mujeres no han sabido mucho sobre sus propios cuerpos. De hecho, en lo que se refiere a la sexualidad femenina, siempre ha estado cubierta sobre una lona que ni tan siquiera sus dueñas se sentían legitimadas para retirar. Lo denunció la doctora Joycelyn Elders en 1994: “La masturbación forma parte de la naturaleza humana y quizás debería enseñarse en las escuelas”, argumentó durante un discurso en las Naciones Unidas, en el marco del Día del Sida. Sus comentarios le valieron su destitución como secretaria de Salud Pública del gobierno de Estados Unidos, por entonces presidido por Bill Clinton, y un buen puñado de críticas e insultos racistas. Sin embargo, el discurso resonó con fuerza, y motivó algunos cambios.
En honor a esta pionera, activistas, instituciones y empresas estadounidenses instauraron mayo como el Mes nacional de la masturbación, que más tarde se extendió a otras regiones del globo. Esos días se celebran con ahínco los beneficios de la masturbación, que entre otras cosas reduce el estrés y mejora el estado de ánimo, y se crea conciencia de lo importante que es tomar las riendas de la sexualidad. Darle a la masturbación femenina un espacio propio, aseguran, ayuda a que muchas mujeres aprendan a disfrutar sin sentirse juzgadas, culpables o avergonzadas.
Un cuarto de siglo después del discurso de Elders, casi todo lo que rodea a la educación e investigación sobre la sexualidad femenina todavía deja mucho que desear. Por ello, en Yasss hemos pedido a las doctoras Natalia Gennaro Della Rossa y Bárbara Fernández del Bas, del centro de medicina ginecológica y antienvejecimiento Club Antiaging, que nos resuelvan algunas dudas sobre sexualidad femenina.
Las encuestas no dejan lugar a dudas: la sexualidad femenina sigue siendo una gran desconocida, en particular “la sexualidad femenina heterosexual”. Es ahí donde Gennaro y Fernández ponen el foco, después de señalar que “el 20 % de las mujeres nunca ha tenido un orgasmo y el 50 % lo ha fingido. Solo el 29% llega al orgasmo en una relación casual y, sin embargo, el 86% de las mujeres homosexuales” lo consiguen sin problemas. Ahora bien, ambas reconocen que la definición de orgasmo no está cerrada: “Podemos decir que es ‘una liberación repentina de tensión sexual’ que cada uno experimenta de una manera distinta”.
Para alcanzar una mayor satisfacción sexual, es fundamental desterrar ciertos tabúes. “Uno de los más sonados es que hay dos tipos de orgasmos, clitorideano y vaginal, y que el vaginal es más maduro”, apuntan. “Apenas un 18% de mujeres llega al orgasmo solo con penetración vaginal”. Por eso, añaden, “la estimulación del glande del clítoris es tan importante”, esté acompañada o no de penetración.
En este juego, es fundamental “concentrarse en las sensaciones y el propio placer”, una propuesta que, aunque parece sencilla, no siempre se lleva a la práctica en las relaciones sexuales de pareja. La masturbación permite entender “la sensibilidad erógena del cuerpo y la mente”, además de “jugar un papel clave en el desarrollo sexual saludable de los individuos”, tal y como destaca Fernández, especialista en ginecología funcional, estética y regenerativa.
Existen dos conjuntos de tejidos sin los que sería muy difícil hablar de masturbación femenina. El primero es el clítoris que, con más de 8.000 terminaciones nerviosas, es “mucho más que ese pequeño botoncito que vemos ahí abajo”. Sobre ese órgano, Fernández y Gennaro recuerdan que “si el capuchón es muy grande, el glande puede perder sensibilidad. Luego se continúa con el cuerpo cavernoso o pilares en forma de V invertida, hasta el perité y los bulbos vestibulares que rodean la vagina y se unen a su alrededor”. En conjunto, el clítoris mide “entre cinco y diez centímetros de tejido eréctil, cuyas erecciones son 95% internas dentro de la vulva y vagina. Su única función conocida es proporcionar placer sexual femenino”.
Si el clítoris no es extremadamente sensible, no es mala idea incluir entrenamientos o juguetes sexuales en las masturbaciones. “Para momentos donde la erotización aumenta, donde necesitas liberar tu energía sexual, un succionador de clítoris y un vibrador simple o doble puede ayudarte a lograrlo con más facilidad, tanto en soledad como en pareja”, añaden. “Muchas mujeres aumentan su experiencia no sólo con la estimulación del glande del clítoris, sino activando los reflejos intravaginales con la penetración, donde más que el tamaño del juguete importa la forma”.
El otro órgano determinante en la excitación es el cerebro. “Para disfrutar por completo y alcanzar el orgasmo debes sentirte cómoda y a gusto, generar un ambiente libre de presiones en el que te sientas cómoda y tranquila. Si estás acompañada, debes sentir confianza con tu pareja”. Ambas doctoras inciden en la importancia de “permitir que tu imaginación vuele” para un mejor resultado.
Y concluyen: “Cuando tienes al menos uno o dos orgasmos a la semana mejoras tu calidad de vida, modulas tu sistema inmune, reduces tu estrés, las hormonas liberadas después de un orgasmo forman un poderoso cóctel de bienestar, placer y felicidad”.
Antes de nada, hay que aclarar una cosa: tal y como recuerdan las psicólogas, “estimular el clítoris no consiste en presionarlo como si fuera un timbre y esperar orgasmos mágicos”. Eso solo puede dañar la zona, por lo que Gennaro, experta en suelo pélvico, recomienda “que comiences contrayendo y relajando el músculo pubococcígeo, irrigando sangre al clítoris”. Después, “estimulas el glande del clítoris manual, oral, o mecánicamente para aumentar la sensibilidad y la calidad de la erección del clítoris, mientras respiras lento pero profundamente y balanceas la pelvis, te concentras es tus sensaciones… y a volar”. Si aprendes a retrasarlo, añade, conseguirás aumentar la intensidad.
En cuanto a las claves para una masturbación placentera, Gennaro recomienda empezar en los alrededores del glande, para después estimularlo directamente. Entre sus otras recomendaciones, se encuentran las siguientes: