A principios del pasado mes de octubre, la cuenta de Instagram del médico venezolano Roberto Valbuena abría todo un debate en torno a la higiene genital. El doctor había abierto una ronda de preguntas en sus stories, y cuando uno de sus seguidores le consultó “qué tiene que hacer una mujer para que un hombre pueda hacerle sexo oral”, su respuesta fue: “Oler muy limpia y perfumada”. La recomendación no quedó ahí, y el teórico médico aseguró que “una exnovia se hacía duchas vaginales con Listerine al bañarse, acción que él apoyaba totalmente.
La respuesta no se hizo esperar, y los expertos se llevaron las manos a la cabeza, alarmados por las peligrosas declaraciones del doctor. Él mismo reconoció estar equivocado y se retractó horas después, pero para entonces ya era un poco tarde y llevaba siendo Trending Topic toda la mañana. Las cuentas de fact checking (verificación) pedían, entre emojis sonrientes, que no les hiciesen desmentir algo tan evidente como que no es buena idea echarte productos con alcohol en los genitales, pero para el final de la tarde ya habían publicado titulares como: “Ehh... A ver... Por favor... No, no es buena idea lavarse la vagina con 'Listerine' u otro enjuague bucal”.
Parece que existe cierto consenso en lo que a no echarse botellas de enjuague bucal en la vagina se refiere, pero no tanto en torno a las propias duchas vaginales. Esta práctica tan extendida (no es raro encontrar en farmacias productos específicos para lavar esta zona por dentro) no es nada segura, ya que puede alterar la flora vaginal y fomentar la aparición de infecciones y otros problemas de salud. Consiste en lavar o limpiar la vagina con agua u otros líquidos, y según el colegio de Obstetricias y Ginecólogas de Estados Unidos, una de cada cuatro mujeres estadounidenses entre 15 y 44 años ha llevado una de estas duchas a cabo.
Lavar la vagina no es buena idea, mucho menos con un producto para la boca. Lo explica la enfermera del Consejo General de Enfermería (CGE) María Enríquez en el Diario Enfermero, donde aclara que “los enjuagues bucales como el Listerine cuentan con un PH básico, para evitar la desmineralización de los dientes. Tenemos que tener en cuenta que el PH de la vagina durante la edad fértil es distinto, es mucho más ácido, por lo que los productos para uso oral como el que estamos nombrando no son adecuados para esta zona del cuerpo”.
La vagina, añade la vocal matrona del CGE Gloria Boal, “no se debe limpiar por dentro”, tan solo en la zona de la vulva. “Una limpieza interna es perjudicial para la flora bacteriana. En el caso de que haya infección tampoco es recomendable la limpieza, sino tratarla con el medicamento adecuado”, después de acudir a un médico y recibir el diagnóstico de un profesional.
La Oficina para la salud de la mujer (OWH, por sus siglas en inglés) recomienda en un documento oficiar “dejar que la vagina se limpie sola”. El informe aclara que la vagina se limpia sola, de manera natural, al producir una sustancia mucosa que elimina sangre, semen y flujo vaginal. La vagina no necesita duchas para estar sana ni limpia, y, en todo caso, se recomienda lavar la zona exterior con agua tibia y jabón neutro, a evitar si existen picores. Lo explica la matrona Carla Quintana en su cuenta de Twitter, @matronaparami: “El exceso de limpieza puede acabar con la flora vaginal. La gente que es demasiado exigente con la limpieza puede desarrollar más infecciones”. En todo caso, antes y después del sexo oral, la masturbación o la penetración, se recomienda limpiar la zona, así como “hacer pis al acabar, para evitar complicaciones”.
Por su parte, las duchas vaginales pueden alterar este equilibrio natural, y pueden producir una serie de problemas de salud, que, según la OWH, incluyen:
Si aparecen alguno de esos síntomas, es importante llamar a un médico o enfermera para consultarle tu caso, y evitar realizar ningún tipo de intervención invasiva sobre la vagina, como una ducha, ya sea con o sin Listerine.