Pocas cosas han dejado un poso tan hondo esta cuarentena como el papel higiénico, la harina o el yoga. Si, en plena crisis del COVID, te dejaste caer en brazos de esta disciplina, quizás ahora te estés planteando apuntarte a una clase presencial. Es entonces cuando vienen los nervios: una cosa es haberlo practicado solo, en casa, sin nadie mirándote, pero, ¿volver a la posición del perro delante de otras veinte personas? Eso son palabras mayores.
Si has decidido apuntarte a una clase, los nervios son perfectamente normales. ¿Podrás seguir el ritmo? ¿Te aburrirá? ¿Es para ti? El yoga no solo es un deporte: se trata de una disciplina que te invita siempre a ir un poco más allá. Antes de ir a clase, hay una serie de decisiones que deberás tomar; en Yasss te damos las claves para que sea lo más sencillo posible.
Los estilos de yoga son de lo más variado: hay algunos más enfocados en la meditación y otros que exigen un gran impulso físico. El Vinyasa, por ejemplo, es mucho más dinámico y necesita fuerza de voluntad y esfuerzo, mientras que en el Yin Yoga los movimientos son mucho más lentos y relajados. Esto permite trabajar los tendones y ligamentos, así como la relajación mental.
Si vas a empezar a practicar yoga, una de las mejores opciones es el Hatha. Esta rama es una de las más practicadas y centra su atención en la unión del cuerpo y la mente. La práctica de sus posturas corporales aporta a los músculos firmeza y elasticidad, y también ayuda a controlar la respiración y la meditación.
Sí, sabemos que hay outfits ideales para practicar yoga, pero lo mejor para la primera clase es llevar ropa que te permita estirarte y con la que estés cómoda. Unas mallas, unos pantalones cortos, camisetas transpirables o de algodón… con tantas torsiones, agradecerás que la ropa se estire contigo.
Muchas de las asanas (las posturas) se realizan sentados o tumbados en la esterilla, por lo que, si puedes, apuesta por prendas de licra, que se ajusten al cuerpo y no formen arrugas cuando te dobles. Si puedes, opta por calcetines antideslizantes.
En las primeras clases de yoga, seguramente puedan prestarte una esterilla, pero si decides seguir practicando este deporte, lo mejor es que te hagas con una para ti. Busca una que tenga unos 4 milímetros de grosor y que sea antideslizante.
Si tienes preguntas, no te las guardes y plantéaselas antes de la clase al monitor. Cuéntale tus preocupaciones, lo que esperas de la clase y cualquier cosa que necesites. Por tu parte, mientras practiques yoga busca, en la medida de lo posible, el silencio. Es un rato que te dedicarás solo a ti, en cuerpo y mente, pero también una señal de respeto para tus profesores y compañeros. Dicho esto, ya sabes: en clase de yoga, apaga el móvil.
Durante la clase, evita compararte con el resto de tus compañeros (¡llevan muchas más clases que tú, es normal que sean más flexibles!) y escucha lo que tu cuerpo tiene que decirte. Estudia tus reacciones a las instrucciones que te de el monitor y no fuerces nada: con trabajo y un poco de tiempo, tu rango de movimiento y flexibilidad aumentarán y podrás llevar a cabo esos asanas que ahora te parecen imposibles.
Lo importante en el yoga es el camino que recorres y el descanso que lleva a tu cuerpo. Seguro que, una vez lo pruebes, no quieres abandonarlo nunca.