Es el protagonista de dos de las series más populares de los últimos años, tiene un Goya y más de 13 millones de seguidores en Instagram. Aunque pueda parecernos que lleva en el cine desde hace una década, el actor Miguel Herrán irrumpió por primera vez en nuestras pantallas hace poco menos de cinco años, gracias a la cinta ‘A cambio de nada’, de su “padre, amigo y hermano” Daniel Guzmán.
Desde entonces, Herrán se ha metido al público en el bolsillo con su carisma, su imborrable sonrisa y mucha transparencia: “Si yo te cuento las cosas que hacía antes no te cuadraría con la persona que soy ahora. Odiaba la vida, odiaba el mundo. Tuve una manera de ser bastante cabrona y de momento tengo miedo de contarlo, porque hice cosas de las que no me siento orgulloso”, aseguraba en una entrevista con ICON. “Me levantaba, me miraba al espejo y no me gustaba ni cómo era, ni lo que hacía, ni cómo trataba a la gente, ni cómo me trataba a mí mismo”.
Su relación con el espejo es un tema recurrente en entrevistas y redes sociales, donde Herrán ha hablado abiertamente de la vigorexia que sufrió durante la adolescencia. “Con 13 o 14 años mis amigos me llamaban Conan el Bárbaro por lo grande que estaba...”, reconocía en una entrevista con Men’s Health, revista de la que fue portada. “Sé que no tengo una tableta espectacular, que mis bíceps están acortados o que mis dorsales son irregulares, pero me gusta lo que veo. Es un cuerpo que funciona, que tiene equilibrio, que es elástico. Y, sobre todo, es el que me ha tocado”.
En la misma entrevista, el actor daba detalles de una de las cuestiones por las que más le preguntan sus fans: su entrenamiento. La calistenia, una disciplina que consiste en trabajar con el peso del propio cuerpo, se ha convertido en su dinámica favorita: “Suelo entrenar siempre todos los músculos, todos los días de la semana, menos uno que me dedico a machacar pierna. Acostumbro a trabajar 10 o 15 minutos cada grupo muscular concreto y luego prosigo con unos 15 o 20 minutos de abdominales u oblicuos. Para acabar, hago al menos 20 minutos de calistenia”.
Sin embargo, y pese a su amor por el deporte, Herrán suele apostar por la moderación. A fin de cuentas, la vigorexia es un trastorno de la conducta que, aunque no es estrictamente alimentario, sí tiene que ver con la alimentación. Se trata de la obsesión de una persona por no perder o aumentar su músculo, lo que suele restringir una serie de alimentos. Quien la sufre suele tener una preocupación excesiva por su cuerpo y una visión distorsionada del mismo, conocida como dismorfia corporal.
Durante la cuarentena, pasó por un mal momento. “Me compré un TRX, un banco y más pesas. Gané cinco kilos de músculo, pero al acabar el confinamiento dije 'a tomar por culo'. Tengo una obsesión, pero tampoco soy gilipollas”, explicó en su momento el ganador de un Goya, para después añadir que hoy por hoy trabaja en la aceptación de su cuerpo.
El actor subió el pasado mes de julio una foto a su cuenta de Instagram en la que aseguraba que, por primera vez, se había mirado al espejo y se había aceptado. En la imagen, el actor de ‘Élite’ y ‘La casa de papel’ aparece en el baño, frente a su reflejo y sin camiseta, con el siguiente pie de foto: “Creo que por primera vez en mi vida me he mirado al espejo y me he aceptado… Creo que por primera vez tampoco me importa si esta foto no os gusta… Esta foto es para mí... para no olvidarme jamás de que el éxito personal está en la aceptación de uno mismo y no en la de los demás”.
No siempre ha sido así. Durante el rodaje de ‘La casa de papel’, explica el actor, llegaron a pedirle que dejase de entrenar: “En 'La casa de papel' llegó un momento en el que si me agachaba me reventaba el mono. Me pidieron que parase y yo les decía que vale, pero no paraba”.
Miguel Herrán no duda en explicitar las complicaciones que el éxito y su carrera han llevado a su vida. Los paparazzis, el acoso de algunos ‘haters’ a su pareja en redes sociales, la presión de la validación externa o la salud mental son tan solo algunos de los temas que el actor trata en entrevistas y redes sociales. En una ocasión, publicó en Instagram un vídeo en el que aparecía simplemente llorando, para mostrar que, pese a lo exitoso que pueda parecer, también tiene problemas y es vulnerable.
En esas sigue, mientras estrena sus proyectos más recientes. La última, la cinta ‘Hasta el cielo’, de Daniel Calparsoro, y próximamente la última temporada de ‘La casa de papel’, el broche a un proyecto que le ha cambiado la vida y ha revolucionado, monos rojos y caretas de Dalí mediante, el mundo entero.