Ya estaban las cosas mal, económicamente hablando, para los jóvenes antes de la llegada del coronavirus a nuestras vidas. Por este motivo, el dropshipping comenzó a popularizarse entre los Gen Z como una forma de negocio con la que sacarse unas perrillas. Pero, ¿qué es exactamente el dropshipping y dónde están los límites de la legalidad con esta práctica? Joel te lo explica en este vídeo paródico de PlayGround:
Aunque el vídeo está hecho desde un punto de vista humorístico, refleja muy bien las ambiciones de aquellos que se lanzaron de cabeza a un negocio que, en principio, parece fácil gracias a las nuevas tecnologías. El dropshipping consiste en comprar mercancía a través de internet, y en pequeñas cantidades, sobre todo a páginas de productos hechos en China, a bajo coste, para luego revenderlos en tiendas online a precios ligeramente superiores.
La diferencia entre este método y el tradicional es que el proveedor de la tienda en la que tú compras no es un almacén, sino otra tienda que vende muy barato. El "emprendedor" se convierte en intermediario y se queda con los beneficios a cambio de haber sabido seleccionar el producto en macrotiendas extranjeras y habérselo puesto al cliente más fácil gracias a su tienda más pequeña y accesible. Un poco como cuando bajas a comprar un tarro de tomate frito a la tienda del barrio sabiendo que te va a cobrar treinta céntimos más que en el super pero puntualmente te hace el apaño.
Con este modelo de negocio el vendedor no necesita disponer de un espacio donde almacenar productos y compra a medida que va vendiendo. Esto supone, también, que el vendedor tampoco tiene que hacer una gran inversión de capital, y puede ir creciendo a medida que crece su pequeño comercio online.
Los grandes emprendedores que siempre sonríen en internet y te incitan a crear tu propio negocio lo pintan como un negocio fácil con el que es sencillo sacar beneficio. Bruno Sanders es uno de ellos, y el "culpable" de que este tipo de negocio arrasase entre la gente más joven. Sanders aparecía en redes sociales rodeado de la narrativa del nuevo-forrado (como Joel en el vídeo de más arriba) y aseguraba que estaba facturando 10.000 euros al mes gracias al dropshipping.
Pero, ¿dónde están los límites de la legalidad de esta práctica? En realidad, el dropshipping es legal. En un sistema liberal, cualquier persona puede comprar y vender lo que quiera. El problema es más ético que legal. Del mismo modo que los gurús de internet que pusieron de moda esta fórmula para ganar dinero fácil no cuentan toda la verdad, algunos vendedores tampoco explican a sus clientes que lo que están vendiendo es un producto que le compran a otra tienda a un precio mucho más bajo.
Se recomienda, antes de iniciar un negocio de dropshipping, informarse sobre las leyes de importación de cada país y sobre la venta a través de internet, y, por supuesto, constituir una sociedad anónima o ser autónomo para poder emitir y pagar facturas.