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Primera tarjeta de crédito: todo lo que debes saber antes de firmar para que no te la cuelen

  • ¿Tu colega, el que siempre evita pagar una cena, se ha vuelto a dejar el dinero en casa? No es excusa: a McNamara le pasó e inventó la tarjeta de crédito para no volver a hacerlo.

  • Si estás pensando en hacerte con una tarjeta de crédito, hay un par de conceptos que debes conocer. Te lo contamos en Yasss.

España está a la cabeza de Europa en tasa de paro juvenil, en adultos que se lanzan a los brazos del running y en uso de tarjetas de crédito, según el banco ING Direct. Este sistema, mediante el cual el banco adelanta tus gastos y tú se lo devuelves a final de mes, parece convencer a un 70% de los españoles, y aunque puede ser la solución a muchos problemas, una mala gestión de la tarjeta de crédito puede meternos en más líos de los que nos quita.

Es cierto que tener una tarjeta de crédito a mano te quita preocupaciones: aplazas pagos si no puedes afrontarlos en el momento, añades a tu bolsillo seguros que antes no tenías y, sobre todo, no tienes que andar con mucho dinero en efectivo encima. Ahora, si es la primera vez que tienes una entre manos, hay una serie de cosas que debes saber sobre ellas: te lo contamos en Yasss.

Crear una tarjeta porque no puedes pagar la cena

El origen de las tarjetas de crédito se suele situar hace poco más de 100 años, en 1914: la empresa Western Union creó entonces una tarjeta para sus clientes más importantes con la que podían acceder a un trato preferente y a una línea directa de crédito, sin ningún cargo. Esa tendencia continuó hasta finales de los años 40 por parte de muchos bancos, como una forma de atraer clientes y de endosar créditos a todo el que los necesitase.

La primera tarjeta de crédito tal como la conocemos hoy, ese trozo de plástico con el que puedes comprar en todos los establecimientos que quieras, sin tener que cargar con una tarjeta específica para cada uno, no surgió hasta 1949. Y lo hizo de la forma más estadounidense posible: de la mano de un abogado, dos grandes herederos y un restaurante neoyorquino de lo más selecto. Los participantes de la cena eran Frank X. McNamara, su abogado Ralph Sneider y el nieto del fundador de la cadena de lujo Bloomigndale’s, Alfred Bloomigndale.

A lo largo de la velada, hablaron de los problemas económicos de uno de los clientes de McNamara, que se había endeudado por ceder tarjetas de diferentes establecimientos a vecinos que pasaban apuros económicos. Casualidades de la vida, resulta que al final de la cena McNamara se percató de que no llevaba un solo dólar encima (en todo buen grupo de amigos hay un colega así), y tuvo que llamar a su esposa para que le llevase la pasta al restaurante.

Avergonzado delante de sus amigos, empezó a buscar un sistema de pago seguro y personal para usar en distintos establecimientos. De allí surgió la Diner’s Club, una tarjeta de crédito fundada por los tres comensales de aquella velada, que permitía al portador pagar sin problemas en todos los establecimientos adheridos a la empresa.

Al principio, la tarjeta no tuvo mucho éxito: solo 14 restaurantes neoyorquinos se apuntaron, y a principios de 1950 tan solo la tenían en su poder sus amigos y conocidos, unas doscientas personas. Pero el boca a boca hizo su papel y a finales de año la cosa ya había despuntado: más de 20.000 personas empezaron a usarla. El resto es historia y, hoy por hoy, todos los bancos ofrecen la suya, y en la mayoría de las carteras podemos encontrar al menos una tarjeta de crédito. En España, la primera tarjeta de crédito no se emitió hasta 1978.

¿Necesitas una tarjeta de crédito?

Pero dejemos a McNamara, que se forró con la idea, y saltemos 70 años en el tiempo, hasta nuestros días. Porque, seamos realistas, a ti te dan igual estos tres ricachones: solo quieres saber qué ofrecen las tarjetas de crédito y cuál es la mejor opción para ti, ahora que necesitas una por primera vez. En ese caso, apunta: lo primero que debes saber es que las tarjetas de crédito permiten aplazar los pagos de las compras de dos formas. Por un lado encontramos el pago total, que consiste en pagar todo a final de mes sin intereses: tú compras durante 30 días y a principios del mes siguiente se te carga toda la deuda. Por otro lado, tenemos el pago aplazado, en el que el dinero a deber se divide en varios plazos con un tipo de interés. Se puede elegir entre pagar una cuota mensual fija o fijar un plazo concreto de tiempo para devolver lo que te han prestado.

En cuanto a las comisiones que puedes encontrar en tu tarjeta, hay tres fundamentales: la de emisión y renovación (el coste anual que cobra la entidad bancaria por tener una tarjeta de crédito y sus servicios), la comisión por descubierto (si te excedes en el límite de la tarjeta, normalmente se cobra cuando pagas algo con ella y no tienes dinero en la cuenta) y la de retirada de efectivo en cajeros automáticos. Esta última se produce cuando sacas dinero en un cajero que no pertenece a la red de tu banco.

Por lo demás, todo es coger un buen subrayador y comparar los contratos de todas las tarjetas que crees que puedan interesarte. Cada una ofrece unos servicios y prestaciones, como seguros de viaje o descuentos en gasolineras: todo es comprobar cuál es la que mejor va contigo y ser muy consciente de los gastos, para no terminar pagando más de la cuenta.