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Tórridas, calientes y con calzones especiales: ¿cómo se ruedan las escenas eróticas en la televisión y el cine?

  • Calzones falsos que simulan penes, vello púbico artificial, movimientos coreografiados... todo vale para que la vida (y el sexo) imiten al arte y nos den la sensación de amor y erotismo reales

  • A raíz del movimiento #MeToo, muchos rodajes cuentan con los llamados "especialistas en intimidad"

  • Es una figura esencial para velar por el bienestar físico y mental de los actores y actrices y conseguir un ambiente de rodaje sano y respetuoso. No todo vale

El cine y la televisión viven a base de crear una ilusión convincente en nuestro cerebro, una forma orquestada y perfectamente planificada de hacer creíble cualquier escena que aparezca en pantalla. Los espectadores nos alimentamos de esa simulación. De hecho, nos encanta. Queremos creerlo todo, desde un portal dimensional que aparece en pantalla con un CGI muy realista hasta la caída de una protagonista de un edificio de ocho plantas.

Eso, claro, por no hablar de las escenas de sexo, que forman parte del entramado de mentiras deliciosas que las películas infiltran en nuestra cabecita. La química y la carne de la pantalla también tienen su truco. Esa pierna, esa boca o ese volcar de platos en la cocina para ponerse a conejear al más puro estilo amor romántico ronco no tienen nada de azar. Vaya, como en la vida, cuando alguien finge un orgasmo por diversas razones.

Si te has preguntado alguna vez cómo se ruedan las escenas calientes en las películas y las series que más te chiflan, aquí tienes unos cuantos datos interesantes.

Mismas escenas, grandes avances

Los nuevos tiempos y las debidas precauciones también han llegado al séptimo arte para cambiar radicalmente la forma en la que se ruedan estos encuentros carnales y proteger a los propios actores y actrices, que tienen que fingir orgasmos y posturas frente a la pantalla con soltura.

En Estados Unidos, a raíz del movimiento #MeToo y de la avalancha de casos en los que las cosas habían ido demasiado lejos (sobran las palabras), se han tomado medidas que ya son estándar en la industria y la unidad de medida para ese set de rodaje seguro donde sea agradable gusto trabajar.

Ha sido el Screen Actors Guild la institución que ha impuesto una nueva figura que ya es habitual en cualquier rodaje. Se trata de los ‘coordinadores de intimidad’, que velan para que la preparación y rodaje de las escenas tórridas sigan ciertos estándares bastados en el respeto y se acomoden a las exigencias de lxs directorxs y realizadorxs, pero también de los actores y actrices, que cuentan con voz y voto para tomar decisiones y poner límites en la intimidad que muestran con su personaje.

Ita O’Brien’, una de las coordinadoras de intimidad más demandadas de la industria, da en Esquire su propia definición de esta profesión relativamente nueva: "Un coordinador de intimidad es un profesional que aporta un proceso y una estructura al contenido íntimo de una producción, igual que un coreógrafo lo haría si quieres hacer un baile o a un especialista en lucha si tienes que rodar una escena de acción"

Si esta figura hubiera existido hace décadas, una escena de violación (real) como la de ‘El último tango en París’, con Marlon Brando y la mantequilla, nunca jamás hubiera tenido lugar. Por no hablar de tantos otros casos en los que directores, generalmente hombres, engañaban con ardides a sus intérpretes para que hicieran tal o cual cosa en pantalla.

Hay muchos ejemplos: desde Sharon Stone mostrando la vagina en una de las escenas más recordadas de ‘Instinto Básico’ a la incomodidad y abuso que sintieron las protagonistas de ‘La Vida de Adele’ cuando Abdellatif Kechiche tiranizó el rodaje de la película. "La mayoría de la gente ni siquiera se atreve a pedir las cosas que él nos pidió, y son más respetuosas: normalmente estás asegurada durante las escenas de sexo, que están coreografiadas", contó Lea Seydoux, una de las actrices protagonistas.

Sexo leve o alta temperatura

Son las exigencias de realización las que dictan cómo se van a rodar ciertos momentos, ya que no requiere lo mismo una escena de sexo leve con unos pocos primeros planos donde, en apariencia, los dos actores están teniendo sexo (pero no se ve ninguno de los genitales), a otra donde hay interacción real de los cuerpos.

Las primeras son orquestadas de principio a fin. La cámara se coloca estratégicamente para dar esa sensación de “oh, están follando de forma muy caliente”, pero solo es una simulación a base de primeros planos donde los actores se miran intensamente o abren la boca para fingir esas inmensas olas de placer que sienten. Todo se reorquesta y recompone en el montaje.

Con las escenas explícitas, la cosa cambia. Para muchxs intérpretes es incómodo, un trámite de guión que precisa guante de seda y cierta delicadeza a la hora de mostrar sus vergüenzas. Mientras que unxs las aceptan como parte de la profesión y se avienen a salir desnudxs, para otrxs son realmente un problema.

La figura del ‘coordinador de intimidad’ es imprescindible para conseguir un marco de confianza y seguridad, pero es que, además, entran en juego los dobles de cuerpo, una suerte de especialistas del sexo con un cuerpo parecido al de los protagonistas que pasan el trámite por ellos: tener relaciones y mostrar su cuerpo desnudo en pantalla.

Será en postproducción cuando la cara de la actriz o actor protagonista sea ensamblada digitalmente en la de su doble de cuerpo. La ilusión nunca se romperá gracias a la magia de la edición digital. Solo en unos pocos casos los actores y actrices tienen sexo real en pantalla, previo acuerdo. Parece imposible, pero así es. Buena prueba de ello son películas como ‘Love’, de Gaspar Noe, o ‘Anticristo’, de Lars Von Trier.

Por supuesto, todo está coreografiado por diversos especialistas para conseguir el plano justo, el momento perfecto y esa mueca o movimiento corporal que parece real. Por no hablar de todos los objetos que ayudan en el plano a crear esa falsa ilusión de encuentro íntimo: mantas que tapan zonas específicas del cuerpo o ropa interior convenientemente colocada en ciertas zonas del encuadre, o los propios artificios que se utilizan para hacer más cómodo el trabajo de los actores y actrices: sudor artificial, vello púbico falso y calzones o parches para cubrir las zonas erógenas que simulan a los genitales reales.