Una forma de medir las eras de Internet podría ser la de mirar qué youtubers e influencers crean contenido en un momento específico, abren canales, se popularizan y nutren el panorama de creadores, que no es precisamente débil en España.
Otra forma de entender cómo pasa el tiempo en este presente digital acelerado sería examinar al microscopio qué lazos de amistad hay entre quienes mueven comunidades inmensas de seguidores. Sí, porque la edad mental de las redes también se mide en beefs, alianzas entre streamers, desacuerdos, peleas, reconciliaciones y proyectos colaborativos como Esland Tortilla Land, que facturan millones de euros en patrocinios y hacen (más) de oro a sus creadores.
¿Hubo una época dulce de amistad para algunos streamers? ¿Es cosa del pasado? Lo cierto es que sí. Muchos usuarios de las redes recuerdan todavía la época en que titanes como Jordi Wild y Auronplay colaboraban juntos y retroalimentaban sus canales con la presencia del otro. Una amistad en toda regla, que desde hace un tiempo parece más apagada de lo que a muchos les gustaría.
En efecto, las edades de Internet, como los anillos en el tronco de los árboles, también pueden medirse por la amistad entre streamers. Cuando un vínculo público de este peso cae, se rompe o se diluye puede decirse que termina una era (y empieza otra, con más y más gifs de gatos, tiktoks de gente con una sola neurona y otro material de desecho en el que ocuparnos).
Las redes notan las afrentas. Los usuarios preguntan. Los streamers, callan y otorgan, o salen del paso como pueden para no contaminar la imagen de éxito y popularidad que proyectan hacia sus acólitos en redes. A nadie le gusta confesar públicamente que ya no te llevas bien con otra figura tan resbaladizamente popular como tú.
De hecho quien no sea un turista de Internet y esté mínimamente informado, sabrá que hubo una época en la que Twitter, Instagram o la propia Youtube hervían de contenido hecho a cuatro manos entre los dos streamers. Era muy habitual verlos colaborando juntos en distintos retos. Para muestra, uno de los muchos tuits en los que interactuaban o se burlaban cariñosamente del otro.
Ahí quedan, por supuesto, míticos videos de Youtube como “El reto de la sardina coja”, “El reto del palomo cojo “Broma telefónica a Jordi Wild”, que son casi piezas de museo y la prueba del algodón: Auronplay y Jordi Wild eran buenos amigos, con grandes planes de futuro, o al menos, retos y colaboraciones juntos enormemente rentables. Solían aparecer en el canal de Auron, quien hacía de anfitrión y sometía a su invitado, Wild, al reto de turno.
Los conspiranoicos de internet y los niños rata, esa raza aparte enamorada del mal salseo y de la riña, podrían pensar que hay gato encerrado, que un misterio o alguna clase de beef se esconde en la aparente distancia de los dos streamers, y que por eso sus proyectos juntos o sus charlas prácticamente ya no se dan con la regularidad de los buenos tiempos. La última vez que pudimos verlos juntos fue en 2022, en el podcast de Wild, en una de esas larguísimas charlas a las que nos tiene acostumbrados el catalán.
Pero si algo pasó, en realidad, fue la vida en sí misma, su complejidad, su mal timing, como ya contó Auronplay en uno de sus streams cuando varios seguidores quisieron saber si la cosa estaba agria entre ambos.
El streamer, sin un gramo de drama, puso de manifiesto una de las inevitables verdades de la existencia de todo ser humano. Nuestro mundo cambia. Nosotros cambiamos. Nuestros seres queridos. Nuestros amigos. La distancia opera como una vara de medir las relaciones, pero también es un signo de madurez. Aceptarla, sobre todo, y comprender que nuestros vínculos con otras personas tienen su tiempo para la épica, y que también se agotan y llegan a su fin.
"Yo me llevo muy bien con Jordi, pero a veces, por cosas de la vida, hablas menos con las personas. Veis a dos youtubers que antes hacían vídeos y ya nos los hacen y dais por hecho que hay peleas, malos rollos… y no tiene por qué ser así", contó el streamer, con la franqueza y la desnudez que caracteriza a su forma de hacer directos. “Me llevo de puta madre [con Jordi Wild]. Es verdad antes hacía más vídeos con él pero, claro, te alejas pero no por nada malo, sino porque la vida es así. Es parte de la vida. No porque dos personas ya no hagan vídeos tiene que haber pasado algo malo”, terminó explicando el streamer. La buena noticia es que su relación sigue siendo excelente, aunque la distancia y los compromisos ya no les dejen regalarnos esas charlas tan entretenidas del pasado.