A lo largo de casi tres meses de cuarentena, hicimos tanta repostería que casi acabamos con las existencias de harina en España. Dimos forma a tantos bizcochos, panes y galletas que ya no podemos mirar un horno sin que nos suba el azúcar; no nos queda otra que encontrar una forma distinta de relajarnos y olvidarnos de la tensión de la pandemia este verano.
Por eso, hoy en Yasss te traemos otra forma de relajarte y desconectar de la rutina, una manualidad que, además de ayudarte a liberar tensión, es de lo más útil en los días en que más aprieta el calor. Y ojo, que también es ecológica, ya que evitas derrochar ingredientes. Hablamos del jabón casero, la alternativa a los botes de plástico de un litro que es responsable con el medio ambiente y con tu piel. Estas pastillas se pueden hacer de tantas formas como un bizcocho de limón, y todas las recetas son sencillas y creadas con productos que seguramente tengas por casa.
Para hacer jabón en casa, lo primero es decidir de qué tipo lo queremos hacer; pueden ser con base de glicerina, sosa o potasa. Después tendremos que añadir las grasas, que van desde el sebo hasta los aceites (de oliva, de romero, de árbol de té…). Hay tantas formas de hacer jabón como residuos tienes por casa. Una de las más habituales recurre al típico bote de aceite usado, que puede convertirse en un jabón estupendo para lavar la ropa; basta, como explican en el blog Baldosas Amarillas, con reunir los siguientes ingredientes:
Lo primero es colar el aceite de oliva, para evitar que se cuelen las impurezas. La sosa se encargará de acabar con los restos, pero tú debes evitar, en la medida de lo posible, que tu jabón tenga tropezones. Una vez hecho esto, echamos la sosa en un bol de plástico con mucho cuidado; sus efectos en la piel pueden ser bastante nocivos. Se trata de un producto muy abrasivo, así que no te olvides de ponerte guantes y mascarilla y volcar todo en un espacio abierto, para que no incidan tanto sobre ti los vapores más tóxicos. Después, la mezclamos con los dos litros de agua, evitando salpicaduras y asegurándonos de que la sosa quede bien disuelta.
El agua sube mucho la temperatura de la sosa, así que, una vez tengas la mezcla bien hecha, debes dejar que el bol se enfríe. Comprueba que esté a la temperatura ambiente antes de empezar a volcar el aceite, que debes mezclar para que quede todo homogéneo. Si usas una batidora, recuerda limpiarla después perfectamente: sumérgela en la parte central del bol y deja que de vueltas, como si fuese mahonesa.
Por último, echa la mezcla en moldes y deja que se enfríe. Al cabo de los dos días podrás desmoldar y dejar que cure durante un mes o seis semanas, para que la mezcla se convierta en jabón. Pasado ese tiempo, podrás usarlo para lavar platos o ropa, para la lavadora o el lavavajillas o incluso para limpiar el suelo con la fregona, si lo rallamos bien sobre el cubo.
El jabón de argán puede servir como desmaquillándote, como limpiador nutritivo para el pelo o como fortalecedor de las uñas, entre otras muchas cosas. Sus propiedades son numerosas; para hacer una tanda de pastillas de este jabón en casa bastará con acumular los siguientes ingredientes:
Como en el caso anterior, lo primero es diluir la sosa cáustica en el agua; toma las mismas precauciones, ya que es un producto bastante abrasivo. Una vez esté templada la mezcla, integra el aceite de oliva virgen y después el argán. Cubre los moldes de mezcla, espera dos días antes de desmontarlos y después déjalos reposar unas seis semanas: en poco más de un mes tendrás tu jabón casero, listo para probarlo.