Todos nos relajamos cuando llega la época estival, y eso incluye levantar un poco la mano con nuestra conciencia medioambiental: sacar menos la basura, no separar los residuos, seguir siendo selectos miembros de la secta del plástico o pasar olímpicamente del color de los contenedores. Claro que, si nosotros nos relajamos, y nuestro vecino se confía, y el de más allá dice que bueno, que por hoy no pasa nada, el medio ambiente lo acaba pagando.
Si el cambio climático y las pobres focas acaloradas del ártico no se van de vacaciones, tampoco tú deberías bajar la guardia.
Te damos algunas ideas para mantener tu espíritu en color verde ecológico durante la canícula.
Hay que empezar por lo básico, así que piénsate lo de las tres erres. Reutilizar (objetos) y darles nuevos usos, reciclar y, sobre todo, reducir la cantidad de desechos que produces. Esta es la triada básica de la economía circular, que ya están promoviendo desde la Unión Europea para que las agresiones al medio ambiente no se nos vayan de las manos.
La excursión al campo con tus colegas o tu familia está muy bien, pero acordaos de limpiar la zona cuando os marchéis. No hay imagen más desagradable que el típico merendero español festoneado por los restos de las barbacoas y las latas de cerveza propias de alimañas poco eco-friendly. ¿Qué te hemos llamado alimaña? ¿Pero no estás en el campo, con los bichos? ¿Es que no te gustan que las criaturas de los bosques sigan siendo felices sin esa lata de sardinas o esa litrona que se te ha olvidado recoger?
El aire acondicionado es un tema sensible, especialmente cuando el aparato no lleva la etiqueta A (para la eficiencia energética). Por desgracia, tus 21º en la superficie de la axila también contaminan lo suyo. No te estamos diciendo que no te refresques, pero sí que puedes intentar reducir su uso y tratar de enfriar tu casa de otra manera. Hazte expert_ en la ventilación a horas tempranas y la bajada de la persiana mañanera.
Al aire le sigue vigilar nuestro consumo de agua o de electricidad, aunque estos consejos valen para todo el año.
Lo mismo con la casa de la playa en la que quizás estéis pasando las borracheras más felices y las resacas más dulces. No cuesta nada separar las basuras en tiempo de fastos romanos con tu pandilla, y tampoco es muy difícil tener localizados los contenedores. Otro tip: no dejar que la crema solar se absorba por completo hace que esta libere dióxido de titanio cuando nos bañamos. Hemos sido matapeces y no lo sabíamos.
Ni que decir tiene que, si visitas una zona protegida, un parque natural, una reserva de la biosfera, no te hagas notar. Nada de hacer hogueras. Tampoco llevarse ‘recuerdos’ (en lo posible) La naturaleza no es tuya para tocarla y sobarla como haces con la plastilina. Hay muchos consejos ecológicos que todo el mundo conoce, pero otros tantos que no. Por ejemplo, que la grasa de nuestra piel puede afectar a un ecosistema (plantas y animales) cuando lo tocamos.
Si a esto le añades pasar un poco del coche y buscar un medio de transporte a tu lugar de vacaciones que no contribuya a que la huella del carbono se dispare, muchísimo mejor. Vade retro al crucero y al avión; auténticos Atilas contaminantes.
Los mensajes apocalípticos suelen acariciarnos con una punta de verdad. Una botella de plástico tarda unos mil años en desintegrarse, aunque por lo vampiros que somos con la tierra, seguro que ya estaremos muertos para entonces. ¡Alegría! ¡Pronto nos extinguiremos y ya no habrá que separar el vidrio!
Quien dice vidrio, dice plástico. Existe ya una conciencia creciente en cuanto al uso tan masivo e innecesario que hacemos de él. Es muy contaminante y lo tenemos tan inoculado en nuestro consum∫o que no nos damos cuenta de la cantidad de recursos que consume algo así.
Esto significa que podrías empezar a sustituirlo. Hay muchas formas: utilizar una bolsa de tela o reciclables, sustituir las botellas por productos envasados en cajas, pasar de las pajitas, comprar productos a granel en lugar de los que están envasados, reutilizar los envases de vidrio y los tuppers (por ejemplo, al comprar en el mercado), cambiar los mecheros las de cerillas, y la lista seguiría hasta que pusieras los ojos en blanco. Conclusión: lo hacemos todo fatal, pero es muy fácil empezar a hacer algunas cosas bien.