Las energías renovables están llegando poco a poco en nuestras vidas, cada día un poco más. Su uso es clave para asegurar un futuro en nuestro planeta, y aunque sol, viento y agua sean los tres elementos que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en ellas, la verdad es que el concepto es mucho más amplio y abarca más. Lo que está claro es que son la mejor alternativa a las energías provenientes de fuentes fósiles, como el carbón o el petróleo.
La Unión Europea también ha lanzado sus propias propuestas para reducir el impacto contaminante de sus países miembro en el medio ambiente. El Protocolo de Kioto o el Tratado de Maastricht sentaron las bases para una Europa más ecológica, si bien en la práctica estamos lejos de alcanzar los compromisos firmados. En España, en 2018 más del 37% de nuestra electricidad fue renovable, situándose como tercera fuente de energía por detrás del petróleo y el gas natural.
El desarrollo de las energías renovables y limpias es fundamental para combatir el cambio climático y paliar sus efectos más devastadores. Pero, ¿qué son exactamente? Te lo contamos en Yasss.
A grandes rasgos, son aquellas que surgen de fuentes de energía basadas en la utilización de recursos naturales: el sol, el viento, el agua o la biomasa vegetal o animal, como explican desde Factor Energía. “Se caracterizan por no utilizar combustibles fósiles, sino recursos naturales capaces de renovarse ilimitadamente”, añaden.
El impacto ambiental que generan es mucho más reducido que el de la extracción de petróleo o carbón, por citar algunas, y genera menos contaminantes que ellas. Por eso se las conoce como energías verdes. Además, ayudan a que las casas sean más autosuficientes en su consumo eléctrico: cada edificio puede tener sus propias placas solares con las que generar su energía, y cada garaje su punto de carga para coches eléctricos.
Todo ello sin hablar del impacto positivo en el medio ambiente, ya que no lo agreden como el petróleo o el carbón, y de que sus fuentes son naturales y más difíciles de agotar que los combustibles fósiles. También pueden llegar a lugares aislados, donde no llevan otras fuentes de energía; hoy por hoy, se estima que alrededor del 17% de la población mundial no tiene acceso a la electricidad, y que el 38% utilizan biomasa tradicional para cocinar, calentar o iluminar sus viviendas, poniendo en riesgo su salud. Teniendo en cuenta que uno de los objetivos de las Naciones Unidas es lograr el acceso universal a la electricidad en 2030, este parece el único camino.
Existen distintos tipos de energías renovables, que se definen por su manera de obtenerse, no por lo que acaben dando. Es decir, tú puedes conseguir energía pedaleando en una bicicleta estática o dejando que el viento mueva un molino, para después convertir todo eso en energía eléctrica. Ya sabes, lo de los principios de la termodinámica.
La energía solar, la eólica, la hidroeléctrica, la biomasa, el biogás, la mareomotriz o la geotérmica: todas ellas tienen origen natural y son muy útiles. La primera se obtiene a través del sol, bien mediante placas solares que absorben la radiación o mediante la vaporización de un fluido, debido al calor. Por su parte, la eólica se obtiene de la fuerza del viento, y la hidroeléctrica usa la fuerza del agua para generar energía. Se produce normalmente en presas o saltos de agua.
La biomasa es una de las formas más económicas de generar energía, pero debe hacerse en una central para que la integridad de las personas de la casa no peligre. Básicamente, consiste en la combustión de residuos orgánicos de origen animal y vegetal. Por el contrario, el biogás se produce biodegradando materia orgánica en dispositivos sin oxígeno.
Por último, la energía del mar aprovecha la fuerza de las mareas y las olas para producir energía, y la geotérmica hace lo propio con las altas temperaturas que se producen bajo la superficie terrestre. La energía se produce debido al calor.