Si el mejor amigo del perro es el hombre, probablemente uno de sus peores enemigos sean sus coches, especialmente en verano. Ahora que llevamos un mes quejándonos del calor y cruzando trucos y consejos para sobrellevarlo de la mejor manera posible, volvemos a la cuestión de todos los veranos. ¿Están nuestras mascotas tan protegidas de la ola de calor como lo estamos nosotros?
La respuesta más probable es “no”, ya que la mayor parte de las muertes de perros por olas de calor son culpa de sus dueños. “Dejo al perro en el coche, que son cinco minutos”, escuchas al cuidador de un caniche que va a comprar el pan, mientras su mascota espera su regreso, quietecito y con la lengua fuera, en un Seat León. Quizás haya mucha cola y los cinco minutos se conviertan en doce, o tal vez se cruce con un vecino en la puerta de la panadería e intercambien impresiones sobre los nuevos inquilinos del segundo; sea como sea, el perro pasa muchos minutos al sol, encerrado en el coche.
Eso no es solo una tortura, sino que se convierte casi en una sentencia. La Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales (RSPCA) de Australia, un perro tarda seis minutos en morir en un coche caliente, incluso con las ventanillas bajadas. “Las temperaturas en un coche pueden alcanzar niveles peligrosos, llegando a doblar la temperatura de fuera incluso en días templados”, explican en su web.
Los perros tienen una temperatura corporal ligeramente más alta que los humanos, entre los 38 y los 39 grados, pero puede subir muy rápidamente si se les expone al sol o a la humedad. Basta que suba un grado, hasta los 40, para que el perro empiece a tener fiebre o síntomas de un golpe de calor; con dos grados más, alrededor de 41 o 42, pueden producirse daños irreversibles, llegando a provocar la muerte.
El proceso de termorregulación de los perros no es tan efectivo como el de los seres humanos, y por eso hay que tener especial cuidado con ellos durante la temporada estival. Ellos jadean, no sudan, y los perros con morro corto, como los bulldogs, sufren todavía más con el calor, ya que les cuesta más respirar. Hay otros factores de riesgo, como la edad, la obesidad, las enfermedades cardiacas o los pelajes más gruesos o invernales.
Como cuidador, hay que tener todo eso en cuenta antes de dejar al perro en el coche o la puerta de un comercio. En verano, debemos extremar las precauciones con nuestras mascotas.
Cuando empieza a subir la temperatura de su cuerpo, el perro incrementa también su ritmo cardiaco, para perder más calor, y jadea. Si su respiración es excesivamente rápida o nerviosa y babea, conviene hacer saltar la voz de alarma. Ante los primeros síntomas, lo mejor es tratar de refrescarle la tripa, las axilas y las almohadillas de los pies, así como llevarle a un lugar más fresco y ofrecerle agua. Después, conviene llevarle al veterinario, para comprobar que no se ha producido una lesión de gravedad.
Otro rasgo característico de los perros que sufren con el calor son los movimientos erráticos y cansados. ¿No quiere moverse o tiembla mucho? ¿Le falta el equilibrio? ¿Notas espasmos? Son signos preocupantes. Si a esto le sumas una conducta apática, vómitos o convulsiones, refréscale inmediatamente.
Evitar todo esto está en tu mano. Recuerda dejarle siempre agua limpia y fresca al alcance, por toda la casa, no le dejes expuesto al sol ni le saques a pasear en las zonas centrales del día. Evita llevarle en coche cuando hace calor y, si no queda más remedio o vais a hacer un viaje, lleva toallas húmedas contigo para refrescarlo. Y, sobre todo, nunca le dejes en un coche aparcado, ni siquiera a la sombra y con las ventanillas bajadas.