Los perros lloran, muestran felicidad y, en ocasiones, ¿tienen celos? Al menos eso parece cuando entra en su hogar un nuevo humano, un bebé u otro perro. Y aunque pueda parecer divertido, verle reclamar constantemente nuestra atención resulta, al cabo de unos días, agotador. Lo que al principio te provoca risas se convierte, 24 horas después, en una auténtica agonía, también para tu perro.
Porque aparentemente no son imaginaciones tuyas: que tu perro empiece a ladrar como un descosido si te ve acariciar otro perro o pasar tiempo con tu pareja no es casualidad. Un experimento que acaba de publicar la revista científica Plos One así lo dice. Te lo contamos en Yasss.
Una profesoras del departamento de psicología de la Universidad de California, Christine Harris, ha liderado un equipo cuya investigación buscaba averiguar si los perros podían sentir celos. Para ello, realizó un experimento con 36 perretes, a los que grabó en sus casas mientras sus dueños les ignoraban y, en su lugar, hacían caso a tres objetos distintos: un perro de peluche que parecía uno de verdad (¡incluso ladraba y gemía!), una cubeta y un libro.
En los dos primeros casos los humanos tenían que hablarles como si fuesen un perro, acariciándoles y hablándoles con cariño, según explica la revista Muy Interesante. Por otro lado, en el tercero leían el libro, del que salían melodías. ¿Y cuál fue el resultado? Pues que los perros, sintiéndose suplantados por el peluche (alguno hasta le olió el culo), se pusieron celosísimos, interponiéndose entre el dueño o el peluche e incluso mordisqueando o empujando al segundo.
Así que, cuidadín, porque según esto, la llegada de un nuevo miembro a la manda puede trastocar a tu mascota. El perro no entiende por qué debe compartir tu atención otro, y tratará de volver a sus niveles de posesión previos. Sin embargo, es cierto que no todos los perros son igual de celosos: por norma general, los de razas pequeñas tienden a ser más territoriales con sus objetos y dueños, mientras que los grandes suelen ser más sociales, abiertos e independientes.
Notarás que tu perro está ‘celoso’ porque empezará a mostrar cambios en su humor y manera de relacionarse. Aunque en cada animal es distinto, seguramente no tenga tantas ganas de jugar contigo, empiece a gruñir cuando la persona de la que tiene celos gruña, y se mostrará decaído y deprimido. Quizás notes que se aisla.
Cuando te acerques a otra persona, perro u objeto, empezará a ladrar con agresividad. Puede que orine dentro de la casa, para llamar tu atención y reclamar su territorio, que no se separe de ti y destroce sus juguetes o posesiones, para llamar tu atención. Tal vez puedas identificarlo porque, cuando ese miembro no está alrededor, vuelve a modular su carácter. Si notas también cambios en su apetito o si comienza a esconderse, empieza a plantearte que los tiros vengan por aquí.
La posesividad de tu perro y sus ‘celos’ cambian dependiendo de quién sea el objeto y qué lo haya motivado. Sobre todo, se puede distinguir entre dos tipos de celos: por un lado los sexuales, provocados por las peleas entre machos al tratar de aparearse, y por otro los que se dan por tu falta de atención sobre el perrete.
Entre estos últimos, es bastante habitual, por ejemplo, que tu perro sienta celos del bebé que entre en casa. Para prevenirlo, déjale que huela la ropa durante el embarazo, y después del parto, que siga olisqueando las cositas del bebé. Así se hará más fácilmente a él. Si de quien tiene envidia es de otro animal, lo mejor es que les pongas a cada uno sus propios objetos y espacios y que dejes que establezcan ellos su jerarquía, interviniendo lo menos posible en sus peleillas. Si la cosa llega a más, por supuesto, puedes mediar, pero lo más recomendado es que trates de disuadirles con otros métodos, como sprays de agua, antes de meterte físicamente en su trifulca.
Sobre todo, tenemos que evitar reforzar las conductas inadecuadas o agresivas del perro y, si tenemos dos animales en casa, habrá que poner el doble de esfuerzos en proporcionarles la misma atención y el mismo afecto. Los veterinarios recomiendan evitar el castigo, para no aumentar su cuadro, e intentar controlar las situaciones con ordenes básicas de obediencia, como ‘siéntate’, ‘túmbate’ o ‘quédate quieto’.
Y si la cosa se sale de madre, no te quedará otra que llevar a tu perrillo a un veterinario o adiestrador canino, para descartar que sus problemas de conducta estén relacionados con problemas de salud. Una vez diagnosticado el problema, podremos atajar mejor su conducta.