Sacar al perro de paseo varias veces al día es algo fundamental, tanto para que haga sus necesidades, como para que se airee y desfogue toda la energía acumulada en casa -de lo contrario, puede llegar a convertirse en una bolita de grasa-. Y también tú, no te engañes, gracias a él has podido disfrutar de los rayos del sol en tu cara, durante el confinamiento.
Sin duda, los beneficios de las escapadas perrunas al exterior son múltiples, pero uno de los más importantes es el de socializar, es decir, el proceso por el cual tu perrete aprende a relacionarse con otros de los de su especie y también con humanos. Algo que debe poner en práctica desde que es un cachorro, de lo contrario le acarraerá problemas de comportamiento, como conductas agresivas o miedo irracional a todo lo que va más allá de estar en casa.
Y en Yasss, que queremos que tu peludo crezca sano y feliz, te explicamos cómo conseguir que tu perro socialice con otros y disfrute haciéndolo.
A la hora de educar a un perro es indispensable que socialice con otros, ya que jugar con los suyos le proporcionará beneficios psicológicos y físicos -no paran de corretear y ejercitarse-, mejorando su calidad de vida. Además de transmitir bienestar, con el juego recibe información de su entorno, de sí mismo y de los demás animales -normalizando y habituándose a este tipo situaciones-.
Es esencial, durante el adiestramiento, que este proceso se realice de manera adecuada, pues configurará su personalidad y aprenderá a qué especie pertenece, cómo comunicarse e integrarse con sus colegas perrunos, e incluso a ser autónomo. De lo contrario, puede desarrollar problemas de agresividad, fobias, hiperactividad, y hasta trastornos digestivos.
Debes ponerte a trabajar con él desde que es un adorable bebé, si optas por no hacerlo -error garrafal-, en el futuro será un inadaptado y tendrá grandes deficiencias sociales -mostrándose asustadizo y agresivo-. Y cada vez que salgas a pasear te atormentarás de haber tomado la peor decisión de tu vida.
Recuerda que la socialización del perrete dura toda la vida -como en nosotros, los humanos-. Pero, el momento clave para lograr que esta adaptación al entorno sea óptima es hasta los tres o cuatro meses de edad. Así que cuanto antes empieces con ello mejor, no lo vayas aplazando o será demasiado tarde.
Para ello tendrás que presentarle a diferentes personas y mascotas con regularidad, saliendo de paseo, recibiendo visitas en casa -tanto de humanos, como de canes-, yendo a un 'pipican'…
Además, deberás acostumbrarle a pasear por los diferentes ambientes que vayáis a transitar -ciudad, campo, playa…-, para que los conozca y se sienta cómodo desde el primer momento y permítele relacionarse con otros perretes, de esta forma entenderá la interacción como una experiencia positiva y no parará de jugar y de divertirse con ellos.
Te damos una serie de pautas a seguir para que este proceso sea un epic win:
Si llega a su etapa adulta sin haber socializado tienes un problema, ya que es muy complicado lidiar con el miedo y desconcierto que le provocarán los factores externos y entornos desconocidos para él.
Entiende que es un camino lento y progresivo, tendrás que trabajar poco a poco y puede alargarse indefinidamente en el tiempo -dependerá del nivel de malestar que le provoquen los diferentes estímulos que le rodean-. En estos casos es muy recomendable contar con la ayuda de un adiestrador profesional y más si tu experiencia en el comportamiento canino es mínima o ninguna.
Si no puedas costearte o acudir a uno, te aconsejamos: armarte de paciencia -entiende que para él tampoco es nada fácil-, utilizar el refuerzo positivo premiándole en las situaciones en las que se muestre receptivo y evitar los encontronazos que le hagan estar nervioso o claramente a disgusto.
Recuerda convertir los encuentros con otros perros o personas en algo positivo y gratificante -dale golosinas y halágale cada vez que muestre una buena conducta en estos casos-. Pon en práctica diariamente ejercicios de obediencia básica para mejorar vuestra comunicación. Y si lo consideras necesario ponle bozal y nunca le fuerces a hacer algo que no quiere, ni le expongas a situaciones que le incomoden o que consideres que puedan acabar en drama.