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Mantener la calma y acudir al veterinario: pasos a seguir si el perrete entra en contacto con orugas

  • Con el calor, las copas de los pinos suelen llenarse de nidos de procesionaria, una oruga tóxica que puede resultar muy peligrosa para nuestros perros

Con la llegada de la primavera las temperaturas suben, renace la vegetación, los árboles se llenan de hojas y los campos de flores, pero también aumenta la proliferación de insectos que llevaban dormidos todo el invierno.

Aunque puedan resultarnos molestos, muchos de estos insectos son muy necesarios gracias a su labor polinizadora, pero con el calor comienzan a aparecer en los parques y pinares las procesionarias, unas orugas propias del sur de Europa por las que si debemos preocuparnos, sobre todo si tenemos perro.

Esta especie debe su nombre a la forma que tienen de desplazarse cuando rompen la bolsa en la que anidan, siempre en las copas de los pinos, y bajan al suelo para enterrarse y así comentar su metamorfosis en mariposas: van todas en fila, como si de una procesión se tratase.

La procesionaria tiene el cuerpo recubierto por unos pelos urticantes que pueden actuar como dardos envenenados al contacto con la piel y las mucosas. Es su sistema de defensa, pero puede resultar letal para nuestras mascotas, por eso es recomendable extremar las precauciones cuando salimos a pasear con ellas por zonas en las que pueda haber este tipo de insecto.

Estas orugas son muy llamativas, y su aspecto suele despertar la atención de los perros que, muchas veces, las tocan, chupan e incluso se las comen, con unas consecuencias fatales: pueden sufrir envenenamiento, e incluso la muerte por asfixia.

Nosotros también tenemos que tener cuidado ya que los pelos de la oruga procesionaria, al contacto con nuestra piel, producen reacciones alérgicas y sarpullidos, pero también conjuntivitis y problemas respiratorios, sobre todo en los niños, que son más vulnerables y pueden sentir curiosidad por tocarlas al verlas moverse en desfile, como una fila interminable. Por eso es muy importante evitar a toda costa el contacto con estos insectos.

Para poder estar alerta es importante saber identificarlos. Sus nidos son muy reconocibles ya que se encuentran siempre en las copas de los pinos y forman bolsas que, a la vista, parecen una maraña de telas de araña de unos 20 centímetros. Las propias orugas tienen tonos grises por un lado y ocres por el otro, y como ya hemos comentado, toda su superficie está rodeada por pequeños pelos (¡muy peligrosos!) y se desplazan en una gran fila, unas tras otras.

Cómo afectan las orugas procesionarias a los perros

Las mascotas son especialmente vulnerables a la oruga procesionaria ya que a veces se las comen y se tragan todo el veneno que contiene el insecto, lo que puede desembocar en una necrosis en la garganta y en la lengua. Esto es algo extremadamente peligroso y podría incluso causarles la muerte, por eso es fundamental identificar a tiempo los síntomas para actuar con urgencia, porque esto puede salvarles la vida.

Lo primero, por supuesto, es intentar evitar que nuestros perros entren en contacto con las orugas, vigilándoles especialmente si paseamos con ellos en una zona en la que haya pinos en esta época del año. Lo ideal sería evitar las zonas de riesgo, pero si esto no es posible hay que intentar llevarlo sujeto, con una correa, y procurar que no entre en contacto con orugas o nidos que puedan haber caído al suelo, y que no olfatee la maleza. La prevención es la solución más eficaz ante los problemas.

Pero si notas que tu perro presenta algunos síntomas sospechosos, lo mejor es llevarle al veterinario cuanto antes o, si no es posible, lavar la zona afectada con agua para diluir el tóxico.

Presta especial atención a los siguientes síntomas, porque los pelos de estas orugas causan picores muy fuertes y molestos, especialmente peligrosos si entran en contacto con la zona de las mucosas como la boca, nariz y ojos: si notas que tu perro puede tener sensación de quemazón, empiezan a babear mucho más de lo habitual y se rascan en la zona de la cara es muy probable que se hayan topado con una procesionaria y su curiosidad les haya jugado una mala pasada. Al contacto con la piel, también pueden llegar a producirles erupciones, urticaria o incluso ampollas.

La intensidad de estas reacciones depende de la cantidad de veneno con el que entre en contacto nuestro animal de compañía, y si la dosis es muy alta (sobre todo, si ha ingerido una procesionaria) puede producir reacciones alérgicas muy fuertes, que las zonas afectadas sufran necrosis o que tenga un shock anafiláctico.

Si tu perro presenta estos síntomas, te recomendamos que sigas los siguientes pasos, siempre intentando mantener la calma en todo momento:

  • Protégete con guantes y mascarilla y lava las zonas afectadas con agua caliente para eliminar los pelos urticantes. Si tiene pelos en su propio pelaje, lo mejor es que le des una buena ducha.
  • Evita que tu perro se lama o se rasque en las zonas afectadas ya que podría ingerir algún pelo y extender la irritación a otras zonas.
  • Lleva urgentemente a tu mascota al veterinario para que valoren los daños y, si es necesario, le pongan un tratamiento para que los síntomas no se agraven.

Aunque las empresas de control de plagas trabajan por eliminar los nidos de oruga procesionaria, su proliferación suele ser muy rápida y masiva, por lo que nosotros también tenemos que extremar todo lo posible las precauciones.

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