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Comer de más pasa factura: la importancia de saber actuar si el gato se empacha

  • Como tú, un gato también puede comer de más y sufrir indigestiones. En Yasss te contamos cómo proceder si le ocurre al tuyo.

Llega el verano y con él sus empachos. Paellita el sábado, barbacoa el domingo y zumitos el lunes, para poder rebajar el empacho que llevas en el cuerpo después de pasar todo el fin de semana comiendo. Pero en Yasss no venimos a hablar de tu caso, de esa sensación que cae en el estómago después de pasar tres días de tapas por Granada, sino de lo que ocurre cuando el damnificado es tu gato.

Las mascotas también pueden empacharse: si tu minino es especialmente glotón, ya lo habrás comprobado. Cuando se pasa horas comiendo, puede indigestarse y tener problemas digestivos: por eso es tan importante medir qué y cuánto se le da de comer a una mascota.

Ahora bien, si has llegado hasta aquí es porque ya no hay más remedio: tu gato ha encontrado la bolsa de comida y se ha bañado en ella, o le ha puesto carita de pena a alguien y ha repetido de plato tanto que ya no puede más con su vida. ¿Se arrastra como alma en pena y está sufriendo indigestión o irritación intestinal, vómitos y diarrea mediante? No te preocupes: en Yasss te contamos cómo actuar a partir de ahora.

¿Cómo verlo?

Cuando tú te empachas, te duele la tripa y puede que tengas indigestiones, vómitos o diarreas y no te apetece ni que te acerquen comida ni moverte del sofá. Si tu gato ha comido más de la cuenta, verás que os parecéis más de lo que crees y que su sintomatología se parece mucho a la que tendrías de estar en su lugar. ¿Vomita al poco de comer o sin haber probado bocado? ¿Está más desganado, sin fuerzas? ¿Parece dolorido o en una postura poco habitual? Suelen ser síntomas de empacho.

Si es el caso, no te quedará otra que tomar medidas. Para no alargar su agonía, evita que ingiera nada en 12 horas: quizás él o ella no lo haga, pero su estómago te agradecerá el ayuno. Pasado ese tiempo, y si compruebas que ha dejado de vomitar, podrás volver a darle comida, pero en dosis bajas. Poco a poco, conforme vayan pasando los días, aumenta progresivamente la cantidad, hasta que vuelva a ser la que habitualmente le ponías en su platito. Si en tres o cuatro días no recae, seguramente se haya recuperado.

Con los vómitos y diarreas, es muy probable que tu gato se vaya deshidratando: tendrás que comprobar que ingiera agua y evitando darle grandes cantidades de una sola vez, para que no lo vomite justo después. Cámbiale el agua cada hora con cantidades moderadas, para que se vaya haciendo a ella. Si continua con vómitos o ves que mantiene algún problema, ve al veterinario para descartar problemas mayores: quizás sea algo más grave que un empacho.

Prevenir la indigestión

Para la próxima vez, seguro que no te pilla el toro con los empachos de tu gato, pero, por si acaso, te recordamos qué hacer para evitar que vuelva a pasar. Es importante que tu mascota coma la cantidad adecuada según su edad y físico: ni un poquito más ni un poquito menos. Si tienes dudas de cuánta comida le corresponde por dosis o a diario, acude a su veterinario, que te lo aclarará mucho mejor. No dejes que coma rápidamente y, sobre todo, evita darle sobras. Es mucho más difícil controlar su nutrición así: lo mejor es que solo tenga a mano su propia comida.

Después de comer, nada de ejercicio. No le saques a pasear o le pongas un juguete delante al menos hasta media hora después de que termine de comer. Y si notas que tu gato sufre estos empachos regularmente, llévale al veterinario para que valore la posibilidad de ponerle una dieta especial y que compruebe que ningún alimento le cae mal.

Prevenir las indigestiones es ganar en salud para tu felino. Ponlo en práctica y estará en perfectas condiciones; tu gato no necesita comer de más para estar irritable y tener mala leche.

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