No lo puedes negar. Te pasas horas haciéndolo, reconócelo. Es abrir un ojo por las mañanas o llegar a casa a última hora y ponerte a hablar con él de una forma absurda y muy cariñosa. No, no, no se trata de tu pareja. El receptor de semejantes soliloquios es tu gatete, y hay ocasiones en las que hablas más con él que con muchos miembros de tu familia. Pero seguro que te lo has preguntado alguna vez: ¿entiende lo que dices? ¿Es capaz de distinguir cuando le llamas por su nombre?
La duda es inevitable. Para las personas que tienen mascotas en general y gatos en particular, la comunicación oral es una importante forma de crear vínculos. Más allá de interpretar su lenguaje corporal (su cabeza, sus orejas o su cola dicen mucho de cómo se encuentra) o entender sus miradas, hablar con él puede ser muy beneficioso. Tranquilo, no es ninguna locura. Los expertos indican que se trata de una manera idónea de consolidar la relación entre animal y humano. Escuchar tu voz le hará aprender a comunicarse contigo.
Siempre hemos sabido que las mascotas en general suelen entender la tonalidad con la que hablamos. Es el elemento con el que podemos jugar para mostrarle la intención del mensaje que le queremos mandar. Un tono dulce y suave les transmitirá cariño o un refuerzo positivo. En cambio, un tono firme y más grave es perfecto para que entienda que se le está dando una orden, por ejemplo, que puede enfatizarse mediante la repetición.
Pero más allá de entonaciones, la duda sigue ahí: ¿distinguen nuestros gatos las palabras que utilizamos cuando les hablamos? ¿Dan algún tipo de significado a lo que les decimos?
En 2019, un estudio publicado en la revista Scientific Reports, realizado por investigadores japoneses a través de la Universidad de Sofía, en Tokio, encontró la solución. Su conclusión fue que los gatos domésticos sí distinguen palabras, especialmente su nombre y son capaces de diferenciarlo de otros términos, incluso aunque tengan una longitud similar. Aunque para ti no sea una sorpresa, ahora hay evidencia científica que lo confirma.
Esta investigación acabó también con otro de los mitos referidos a las mascotas y su relación con sus nombres. ¿Nunca has pensado que solamente te entiende a ti o a personas con las que está familiarizada? ¿O que si utilizas la entonación con la que le sueles hablar, da lo mismo que digas su nombre o una palabra aleatoria, que es el tono lo que importa?
Los expertos determinaron que ni una cosa ni la otra. Tras estudiar a 78 gatos, determinaron que los mininos son capaces de reconocer su nombre, independientemente del tono que utilices, e incluso si lo pronuncian personas desconocidas para ellos. Otra cosa es que decidan ignorarlo cuando lo escuchan…
Si estás familiarizado con los gatetes no te sorprenderá la afirmación anterior. Eras plenamente consciente de que el tuyo distingue su nombre. Pero, ¿y el resto de palabras y frases que hablas con él? Más allá de la entonación, ¿comprende algo de lo que le dices?
La respuesta la han proporcionado los mismos investigadores japoneses. En su análisis han determinado si los gatos dan significado a los términos que utilizan los humanos. Y la respuesta es negativa. No existe evidencia científica que demuestre que los mininos le dan un sentido a las palabras que escuchan por nuestra parte. Ni siquiera con respecto a su nombre: no entienden que con ese término nos estamos refiriendo a su identidad.
Simplemente se trata de un golpe de voz que les suena familiar, que probablemente asocian a mimos, a premios o a castigos y órdenes. Y por eso están pendientes y responden ante él. Pero tan solo les funciona como voz de alarma, no llegan a entender que con ese término nos referimos a ellos mismos, les damos singularidad e identidad.
En esta materia los mininos se diferencian en gran medida con respecto a otros grandes compañeros de vida como son los perretes. Con estos últimos sí se hace realidad lo que seguro que has pensado en más de una ocasión: que tu perro te entiende cuando le hablas. Sendos estudios de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, y de la Universidad de Lórand, en Hungría, lo han confirmado.
Los perros distinguen qué decimos y cómo lo decimos. Todo ocurre porque cuentan con la capacidad (que no tienen los gatetes) de aprender vocabulario, una facultad por la que se asocian las palabras a los significados de las mismas, y que no es exclusivamente humana. Mediante pruebas e investigaciones, se ha llegado a constatar que, como nosotros, los perros usan el hemisferio izquierdo para entender las palabras y el derecho para determinar la entonación con la que se pronuncian. ¡Aunque seguro que tú ya te habías dado cuenta!