Como ocurre con los seres humanos, se recomienda que los gatitos pequeños se alimenten los primeros meses con leche de gata. Sin embargo, es muy habitual encontrar por la calle gatitos que han sido abandonados, y lo más normal es te apetezca cogerlos, llevarlos a casa y cuidarlos para siempre.
Ahora bien, entonces, ¿cómo los alimentas? La opción de la leche materna no está descartada, aunque es difícil de conseguir: si bien no tiene por qué ser de su madre biológica, no todo el mundo tiene acceso a una gata lactante que esté dispuesta a prestar su leche. Pero tranquilo, porque si no lo consigues no hay ningún problema: hay muchas alternativas para alimentar a un gatito, y una de las más habituales y efectivas es vía biberón. En Yasss te contamos cómo hacerlo correctamente.
Estas bolitas de pelo no pueden alimentarse con sólidos, y en el caso de los líquidos se recomienda específicamente la leche por todo lo que pueden obtener de ella, tan importante en sus primeros días de vida. Por eso, lo primero es hacernos con este producto. Ahora bien, no vale con ir al frigorífico y coger la que tengas por casa, porque la leche de vaca no está indicada para ellos: es muy fuerte y puede traerles problemas, como deshidratación o carencias nutricionales.
La mejor idea es conseguir leche de gata, pero fácil, lo que se dice fácil, no es. Pero, como hemos dicho, no hay problema: en tiendas de mascotas y veterinarios podemos hacernos con sustitutivos. La mayoría de ellos vienen en polvo y recuerdan a los suplementos que se les da a los bebés, y suelen venir acompañados de unos envases cilíndricos. Con el producto llegarán también las instrucciones de preparación, donde nos indicarán las cantidades de agua y la temperatura a la que tendremos que mezclar estos polvos. Hasta ahí, todo bien.
Mucho cuidado con los paquetes y el marketing, que ya se sabe que los carga el diablo. Si vamos a hacer la compra por internet o sin la supervisión de un especialista, hay que evitar a toda costa los productos que se venden como ‘leche para gatos’, sin ninguna marca que la recomiende específicamente para recién nacidos. ¿Por qué es tan importante esta distinción? Pues porque en muchas tiendas se vende leche de vaca sin lactosa, en distintos formatos, para gatos mayores (que sí la toleran, en cantidades pequeñas), si bien ya hemos dicho que en los felinos más pequeños puede tener efectos desastrosos.
Lo primero es hacernos con el equipo: no queda otra que acercarnos a una tienda de productos para mascotas o a un veterinario y contarles nuestra situación. Ellos podrán indicarnos mejor que nadie qué biberón es el más indicado para nuestro gato. Una vez lo tengas en tus manos (verás que es una cosa monísima y diminuta, con un extremo abierto para que coloques el pulgar y midas la cantidad de leche que bebe tu gatito, para que no le llegue de golpe), esterilízalo a vapor.
Después, toca preparar y calentar la leche. Sigue las instrucciones al pie de la letra y no tendrás ningún problema. La primera vez puede ser un poco complicada, pero verás como poco a poco le coges el tranquillo y te conviertes en toda una experta. Le darás el biberón un par de veces al día, como una rutina más.
Una vez prepares la mezcla y tengas al felino en brazos, acércale la tetina del biberón a la boca. Él solito sabrá como colocar ese extremo largo y delgado en su hocico, para mamar como lo haría si estuviera delante de su madre.
Como ocurre con un bebé humano, un gatito pequeño necesita de toda tu atención hasta que pueda valerse por sí mismo. Aunque suplas la parte de la alimentación, no te va a quedar otra que darle un huequito en tu casa, acomodarlo para criarle y aprender a cuidarle, para empezar, regulando la temperatura. La primera semana tendrán que estar a unos 30 grados, la segunda puedes reducir la temperatura dos o tres grados, y a partir de la quinta su temperatura corporal comenzará a rondar los 24 o 21 grados, hasta que consiga quedarse en esa última cifra.
En cualquier caso, si colocas un radiador o manta térmica no la ubiques muy cerca de ellos. Déjales espacio para que puedan moverse, y controla también la humedad en el ambiente: que no estén sometidos todo el día a ese calor seco que tampoco nos gusta un pelo a nosotras. Puedes colocar plantitas, un humidificador…
No te quedará otra que pesarle y controlar su evolución, así que hazte con el número de un veterinario para plantearle todas las dudas que te surjan. Que si el destete, que si los masajes… ya sabes, todas esas cosas que se te escapan, pero en las que te especializarás en cuestión de semanas.