Aunque esterilizar al gato es una práctica cada vez más común, aún quedan muchos mitos y leyendas en torno a esta práctica, desperdigándose descontroladamente en el boca a oreja. El proceso no es tan sencillo como en el caso de un perro, y los veterinarios advierten de que existe mucho desconocimiento sobre esta práctica, una intervención que evita las camadas no deseadas.
Una de las razones más habituales para castrar o esterilizar a un gato es evitar, de un lado, que salga de casa habitualmente para encontrar pareja, con sus consiguientes peligros, y de otro, que abandone la costumbre de marcar toda la casa para recordar que ese territorio es suyo. Sin embargo, en ocasiones los felinos mantienen esas prácticas, y los cuidadores se encuentran preguntándose si la intervención ha salido mal y existe el riesgo de que aparezcan, de golpe y porrazo, decenas de gatitos saltando por el pasillo. En Yasss te damos las claves de este procedimiento, para que salgas de dudas y puedas tomar la mejor decisión para ti y tu mascota.
La castración es una intervención quirúrgica que extirpa los órganos reproductores de los felinos, acabando con su principal fuente de estrógenos, progesterona o testosterona. Por su parte, la esterilización es una técnica mucho menos invasiva, de la que el animal se suele recuperar más rápidamente; en ella se ligan las trompas o se cortan los conductos seminíferos, para evitar que el animal pueda reproducirse.
Tras la esterilización, los gatos y gatas siguen teniendo celo y, en consecuencia, mantienen muchas de esas conductas que a los dueños no suelen hacerles reír, como maullar fuertemente, restregarse contra todo lo que pillan y orinar por cada esquina para marcar su territorio.
En cualquier caso, la esterilización evita la aparición de camadas no deseadas, rebaja (en ocasiones, incluso anula) muchos comportamientos agresivos relacionados con el celo y reduce la probabilidad de que el gato acabe metido en una pelea con otros felinos fértiles. También reduce el riesgo de contraer enfermedades graves, la leucemia o la inmunodeficiencia incluidas.
La seguridad que suele dar este procedimiento a los cuidadores de gatos es enorme: crecen sanos y felices y, cuando salen a la calle, no corren tantos riesgos. En cualquier caso, si estás pensando someter a tu gato a una esterilización, coméntalo antes con tu veterinario. Él o ella sabrán lo que más os conviene a ambos.