En la dieta vegana, no se consumen alimentos de origen animal, mientras que en la crudivegana solo se consumen alimentos de origen vegetal, la mayoría sin cocinar. Por su parte, el vegetarianismo invita a no consumir carne ni pescado. En el lado opuesto tenemos BARF, aunque, en este caso, no está indicada para ti, si no para tus mascotas.
Cada vez más cuidadores de perros y gatos optan por alimentar a sus mascotas con dietas naturales, remitiéndoles a su dieta evolutiva. BARF es el acrónimo de Biologically Appropiate Raw Food, es decir, alimentación cruda biológicamente adecuada. La desarrolló el veterinario australiano Ian Billinghurst a principios de los 90, y en Yass te contamos todo lo que debes saber sobre ella.
Los defensores de esta dieta se amparan en que el lobo y el perro comparten prácticamente toda su carga genética, y que tanto en su caso, como en el de los gatos, su dieta es estrictamente carnívora. Por lo tanto, es la que mejor asimila su organismo.
Se compone de carne cruda, vísceras, huesos y algunos vegetales crudos, aunque en cantidades reducidas. ¿El objetivo de esta dieta? Mejorar la salud y la esperanza de vida de los animales. En definitiva, la idea es reducir la intervención veterinaria, y cada vez son más las personas que, bien por su propia cuenta o por indicación médica, suman a sus gatos a la dieta BRAFT.
Hay tantas recetas como cocinas: tu gato se las va a comer todas, le pongas lo que le pongas. Sin embargo, hay ciertas recomendaciones comunes con las que puedes empezar a diseñar la dieta de tu minino. Por ejemplo, integra de dos a tres veces semanales los huesos en su dieta (a ser posible, las partes más fáciles de masticar: puedes cortárselas en trocitos) y, en pequeñas cantidades, vegetales crudos rallados y pequeñas porciones de fruta.
Cuenta con darle carne cruda de pollo o pavo en un 60 u 80% del total de la dieta, en porciones que nunca superen el 4% del peso del animal, y asegúrate de adquirir este producto en establecimientos que cumplan con todas las medidas de seguridad. El 15 o 20% restante puede ser, bisemanalmente, carne de cordero, conejo o pato; evita la carne de cerdo y, cuando añadas a su plato vísceras o pescado, recuerda congelarlos antes para evitar parásitos y bacterias.
Recuerda también acompañar la ración con aceite de salmón: a tu felino le encantará y, además, le aportará vitaminas A y D. De hecho, considera incluir en su dieta suplementos vitamínicos. Si tienes cualquier duda, lo mejor es consultarlo antes con su veterinario: él o ella conoce mejor que nadie el estado de salud de tu minino y lo que más le conviene. Además, podrá darte una serie de pautas, más orientadas a tu caso, para que puedas llevar su dieta de la mejor forma posible.
Los platos deberán combinar varios elementos. Por ejemplo, para este que te traemos hoy, necesitarás dos kilos de carne picada de pollo, 200 gramos de higaditos, 400 de corazón, dos o tres yemas de huevo crudo, aceite de salmón, 100 gramos de calabaza (en puré o rallada) y 6 cucharadas de levadura de cerveza específicamente para gatos. Con estos ingredientes le estarás aportando muchos nutrientes, proteínas de alta calidad, aminoácidos y Omega 3.
Cuece la calabaza al punto y tritúrala o rállala. En una ensaladera, integra la carne picada y el resto de los ingredientes, incluida la verdura: mézclalo todo (sin condimentarlo) y, cuando esté bien integrado, dale forma de bolitas iguales. Envuélvelas en papel film y, ¡al congelador! Déjalas ahí unos días para que reposen y se eliminen las bacterias.
A las 72 horas podrás empezar a sacar las raciones para que tu gato pueda consumirlas. Recuerda sacarlas el día anterior, para que cuando llegue su hora de comer no estén como una piedra, y ya está hecho: ¡comida preparada para toda la semana! Raciones más naturales y sanas que, en cualquier caso, deberían estar supervisadas por un veterinario.