Le da igual la época del año: llueva, truene o haga calor, tu gato se sube a tu lado en la cama, se acurruca contra tu estómago y saca tu lado más sentimental. ¿Qué más da que fuera estemos a 40 grados y a tu minino le sobre pelo por todos lados? ¡Es tan mono! E incluso aunque no le quisieras como compañero de cama, seguro que le da lo mismo y eres incapaz de bajarle. Al final, es una pelea perdida.
Quizás no sepas que, en realidad, tu gato te está haciendo un favor. Dormir con tu felino puede traerte muchos beneficios, que hoy te contamos en Yasss.
Dormir con tu gato tiene muchas más ventajas que desventajas. La principal es que compartir cama con tu compañero felino os da a los dos una sensación de seguridad emocional y física enorme, lo que ayuda a reducir los niveles de estrés y ansiedad. ¿En qué se traduce esto? En un sueño mucho más placentero y reconfortante, así como en una mejor relación entre cuidador y gatete. Su ronroneo también ayuda a alcanzar un estado de tranquilidad que permite conciliar el sueño más fácilmente. Y ojo, porque los expertos creen que los gatos que duermen con las personas son mucho más cariñosos que aquellos que sueñan solos. Suena bien, ¿no?
Pero también hay desventajas que debemos barajar. Los mismos que dormir con alguien que tiene costumbre de hablar por las noches: puedes quererle mucho, pero a la larga te dan ganas de tirarlo al suelo de una patada. Si tu gato es particularmente inquieto, no te vamos a contar nada nuevo: son animales nocturnos y tendrá ganas de jugar toda la noche, lo que puede afectar significativamente a la calidad de tu descanso. A ver quién es el guapo que se levanta con ganas después de haber pasado toda la noche en vela, con un minino paseando entre su cara, pies y manos.
Además, dile tú a tu gato que no pasee por donde quiera, si la casa es más suya que tuya. Que si recorrido hasta el baño, que si excursión a la cocina, que si salto en tu cama… es mucho más difícil controlar a un gato que a un perro. Eso incluye las incursiones fuera de casa, con todo lo que pueden traer: parásitos, otros gatos o animales muertos. Tener un felino en casa exige una vigilancia mucho más exhaustiva que casi cualquier otra mascota. Y si el gato es agresivo o particularmente dominante, va a ser complicado mantener el control sobre tu zona de descanso.
Las alergias son otro de los puntos a tener en cuenta antes de meter un animal en nuestra cama. El problema más grave es que los alérgenos se quedan en el colchón, y por mucho que cambiemos las sábanas se quedan restos. Pasa lo mismo en otros muebles de la casa donde, en el caso de los gatos, sueltan muchísimo pelo, así que hay que tener mucho cuidado. Pueden favorecer la aparición de una respuesta inmunológica, como la alergia o el asma.
Para prevenirlo, lo mejor es hacerte con una funda antiácaros, que se puede comprar en muchas farmacias. Estas fundas tapan totalmente el colchón y aíslan mucho mejor, además de que se pueden lavar rápidamente, en agua caliente, y facilitan la desinfección.
En cualquier caso, los expertos aseguran que, con un cuidado adecuado y si tu salud lo permite, no pasa nada por dormir con tu gato. Eso sí, evita que salga al exterior, para que no se contagie con parásitos o enfermedades, sigue una rutina de cepillado para retirar sus pelos y acude a tu veterinario habitual con regularidad.