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Gecko leopardo: el pequeño lagarto que va camino de ser la mascota ideal

  • Los geckos leopardo son unos lagartos pequeños que pueden vivir hasta 15 años. Su carácter dócil y sociable los convierte en la mascota ideal.

Son pequeñitos, rápidos, tienen una esperanza de vida de más de 15 años y miden alrededor de 20 centímetros. El guecko leopardo es un lagarto que comparte con el gran felino su velocidad, las manchitas tan características y, por supuesto, el nombre, y que puede ser la mascota ideal para iniciarse en el cuidado de reptiles. En Yasss te lo contamos todo sobre esta especie.

¿De dónde vienen?

Los geckos son originarios de sudoeste y centro asiático, aunque en muchos países son considerados un animal venenoso (por sus llamativos colores) y un mal augurio, por lo que se acaba con ellos sin muchos miramientos. Aquí, sin embargo, este reptil nocturno tiene mucho más éxito: su carácter sociable y activo, así como lo sencillo que es cuidar de uno, lo convierten en una de las mascotas más populares de los últimos años.

Son unos animales muy pequeños, cuyo tamaño ronda entre los 18 y los 25 centímetros, y su característica más reconocible son unas manchitas negras que rodean toda su piel (como un leopardo, vaya). Tienen una gran cola que mide un tercio de su tamaño total, y es uno de los pocos lagartos con párpados completos. A diferencia de otros geckos, no tiene almohadillas adhesivas.

Estos lagartos son muy dóciles y sociables, pero, aunque vivan con personas sin problemas, toquetearles mucho puede hacerles sufrir estrés. Desde luego, nada de cogerles por la cola, ya que puede desprenderse. Y ten en cuenta que las primeras veces que trates de agarrarles se pondrá nervioso y empezará a gritar: no te preocupes, es totalmente normal. Hay que dedicarle tiempo y cuidado para que se acostumbre a nosotros.

¿Cómo cuidarlos?

¿Has decidido hacerte con un gecko? Entonces tendrás que conseguirle un terrario. Y aquí, el tamaño sí importa. Si vas a tener un solo gecko, necesitará como mínimo medio metro de largo, y si vas a añadir más lagartos, mucho más. También es importante conocer el material con el que está fabricado el terrario: para los geckos lagarto, los mejores son los de plástico o cristal. Nuestra recomendación es invertir, si tienes la oportunidad, en uno de cristal, ya que son mucho más resistentes y ofrecen mejores condiciones a nuestra mascota.

La alimentación también es importante. Los geckos son animales insectívoros que tienen una dieta muy variada: debemos darles distintos tipos de insectos, ya que de cada uno obtendrá unas propiedades distintas. Los veterinarios recomiendan darles el alimento aún vivo, para que no pierdan la habilidad de cazar y que, además, se mantengan en forma. Habrá que instalares un bebedero y un comedero antifugas, para que los insectos no se muevan por todo el terrario.

Es muy importante comprobar que nuestro gecko tiene los niveles de calcio suficientes, y muchas veces no basta con la dieta de insectos. Por eso, seguramente tengas que hacerte con calcio en polvo para dárselo a la hora de la comida, aunque un veterinario podrá orientarte mucho mejor al respecto.

¿Cómo saber si está sano?

Habrá que poner de nuestra parte para que el gecko se sienta bien, sobre todo en lo que se refiere a la temperatura y la humedad. En el primer caso, tendremos que colocarlos entre 24 y 32 grados por el día, y por la noche estar seguro de que nunca baja de los 21 grados. Si el entorno no nos lo permite, habrá que ponerle remedio con bombillas de calor o sustratos para aumentar la temperatura. Sobre la humedad, lo mejor para nuestro gecko es que este alrededor del 55%.

Para saber si está sano, tendremos que poner el ojo en la cola, ya que ahí es donde guarda sus reservas de grasa. Si tiene su tamaño normal, ¡genial! Pero si empiezas a ver algo raro, no le quites la mirada de encima. Quizás esté a punto de mudar la piel, cosa que hace de vez en cuando, y tendremos que ayudarle: al gecko se le quedan trocitos de piel pegados en el cuerpo, y eso puede frenar la circulación de la sangre, produciéndole necrosis o infecciones. Para ayudarle a deshacerse de ellas, basta con retirárselas con un algodón húmedo con agua templada. Si no es el caso, no quedará otra que llevarle al veterinario.