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¿Collar o arnés? De tu elección dependerá cómo se siente tu perro y cómo será tu manera de pasear con él

  • Hay muchos falsos mitos sobre el collar, como que ayuda a controlar mejor a los perros nerviosos

  • La longitud de la correa es clave. Cuanto más corta, menos libertad tiene nuestro perro para oler tranquilamente con el hocico en el suelo y más va a tirar

Con nuestro perro nunca hay suficientes decisiones que tomar, especialmente si se trata de priorizar su bienestar y elegir los mejores productos para que su salud vaya siempre por delante. Tarde o temprano tenemos que decidir sobre la alimentación, la dieta, el entrenamiento, el tiempo de paseo diario, los juguetes o la forma en la que los dirigimos cuando salimos a la calle con ellos.

¿Dejamos que tiren y nos arrastren del collar o nos quedamos con un arnés, para que el paseo resulte más cómodo? ¿Qué hay de cierto en la afirmación de que algunos perros son más de collar y otros necesitan un arnés para estar más tranquilos durante los paseos?

Respondemos esa pregunta en Yasss para que no sufras con estas dudas.

La mala utilización del collar

Es la opción que todos los dueños de perros tienen más a mano, la más popular, la más socorrida (y barata). Dicho esto, es verdad que, tarde o temprano, con cierto tipo de perros llegan los problemas. Su comportamiento nervioso y su enorme fuerza provoca que tiren y se ahorquen en el proceso. Muchos veterinarios argumentan que el collar, pese a ser un elemento de uso común muy extendido entre los dueños de mascotas, no siempre es la opción más recomendable que tenemos.

Con el tiempo, si nuestro perro tira con un exceso de fuerza del collar que lo sujeta, además de dejarlo inservible, podría causarse distintas lesiones, algunas de gravedad. Estos tirones podrían dañar la musculatura de su cuello, afectar a la médula espinal y crearle lesiones cervicales. Los expertos recomiendan construir los paseos bajo un precepto muy sencillo: ‘Perro con la cabeza en el suelo, perro contento’.

Esto significa que debemos modificar el tiempo del paseo y el recorrido para que el perro pueda oler todo lo que pueda sin sentir una pistola en la nuca. Apresurar el paso para recorrer más distancia probablemente consiga el efecto contrario: si el perro recibe demasiados estímulos simultáneos más va a tirar del collar, mientras que, si conseguimos que explore con el hocico en el suelo, mejor relación tendrá con el elemento que le mantiene unido a ti y a las órdenes que das.

En la tranquilidad del perro y la relación sana con el collar influye la velocidad del paseo, la longitud de la correa y los estímulos que nuestra mascota recibe. Debemos tener todo esto en cuenta si vamos a optar por un collar en lugar de escoger un arnés. Cuanto más corta es la correa, más restringimos su movimiento y más probabilidades tenemos de que tire y tense la herramienta, ya que no tiene suficiente movilidad en el cuello y la cabeza para hacer lo que más le gusta: oler.

Descartado queda, por supuesto, el clásico collar de ahorque o con descargas eléctricas que algunos dueños inconscientes utilizan para domesticar a sus perros, rozando el maltrato animal.

El punto medio

Algunos veterinarios incluso ofrecen un argumento lleno de lógica, situado en el punto medio. Es mejor utilizar arnés, por ejemplo, para perros que puedan tener problemas respiratorios. Frente al collar, es mucho mejor como herramienta de control durante el paseo, ya que no es tan invasiva y nos da un control mucho más estable de nuestro perro.

Incluso si optamos por el collar, el argumento para usar uno u otro no está en la herramienta, sino en el propio perro y el trabajo educativo que tenemos aún que hacer con él para que no tire como un loco y nos arrastre. Como recomiendan las fuentes consultadas, habrá que hacer un trabajo específico con nuestra mascota para enseñarles que no es necesario salir corriendo y tirar de nosotros al primer estímulo que cruce por su trufa.

Un mito ya desmontado es aquel que dice que el collar sirve para controlar mejor a nuestro perro y el arnés para llevarlo cuando es de carácter tranquilo, y no es cierto. La propia estructura de la herramienta ya indica lo contrario. Da lo mismo que un perro nervioso sea controlado a través del cuello por medio de tirones brutales si el resto de su cuerpo queda libre para seguir gastando toda esa energía. Los dueños de perros acostumbrados a imponerse a través del collar no entienden que eso no es controlar al perro, sino imponerle su voluntad a base de bofetadas o de órdenes ‘en seco’.