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Sol, fiesta y buenas universidades: ¿qué ciudades españolas son las preferidas de los erasmus extranjeros?

Cada año, España acoge a decenas de miles de estudiantes extranjeros que vienen a realizar a nuestro país una Erasmus. Lideramos ya desde hace años el ranking de los destinos preferidos entre quienes deciden acogerse al programa de becas más famoso de Europa y vivir una experiencia en el extranjero.

Nuestro país entra como la caña bien fría: es fácil, se bebe bien y la resaca tarda en llegar para quienes están hartos de ciudades mucho menos amables para vivir y estudiar. Si tú también vas a irte de Erasmus, es importante que conozcas la letra pequeña y los detalles más interesantes de estas becas.

No todos los destinos son iguales, claro. Algunas ciudades españolas concentran un número de estudiantes extranjeros mucho mayor que otras. Los motivos son claros, según se deduce de una encuesta del portal Uniplaces entre quienes nos eligen como destino predilecto: buen tiempo durante buena parte del año, oferta cultural potente, ambiente cosmopolita, fiesta y buen rollo de los locales y productos y servicios que no están a precio de sangre de unicornio para el que se desplaza desde países con un nivel de vida más costoso 

¿Qué ciudades españolas son las preferidas por los erasmus extranjeros?

Barcelona

La oferta de grados académicos es amplísima en una ciudad que cuenta con algunas universidades de renombre internacional, entre otras, la Universidad Politécnica de Cataluña, Pompeu Fabra, ESADE Business & Law School o IESE Business School. 

Sí, aceptamos que pueda haberse convertido en ese parque temático que adora necrófilamente el turismo, pero sigue siendo un destino amado por muchos erasmus. Parece tenerlo todo para el que viene de fuera: un clima soleado y muy vivible más o menos de marzo a octubre, una vida nocturna que no se acaba, buena gastronomía y, en general, casi todo lo que el erasmus extranjero busca cuando hace las maletas. El ‘ambientazo’ se agradece cuando tienes que hincar codos.

Madrid

Le pese a quien le pese, la capital siempre tendrá el interés de quien viene de fuera a probar los milagros de la vida frenética. El que quiera buen tamaño y barrios para perderse, los tiene.

Quien busque vida nocturna a velocidad de crucero, también. Madrid lo ofrece casi todo y de todo tiene para dar, hasta las universidades, algunas en el top 10 de nuestro páis.

Valencia

Otro de esos destinos que los alumnos erasmus extranjeros eligen sin pensárselo dos veces. Cuenta con buen clima y gastronomía, y a su favor hay que añadir el tamaño y el prestigio de sus universidades, sobre todo en los grados relacionados con el mundo de la empresa, las finanzas y el emprendimiento. Es una ciudad con un tamaño más manejable que las imponentes Madrid o Barcelona, y cuenta con playas cercanas para la clásica escapada de fin de semana.

Granada

Por si no fuera suficiente la Alhambra, el patrimonio cultural, el buen tiempo y la tradición de la tapa-cena pantagruélica con la caña de cerveza, Granada ofrece al erasmus extranjero una serie de must que la convierten en una de las ciudades más queridas

Es una urbe cosmopolita y amable con el foráneo, su universidad es una de las más grandes del país (250 titulaciones y más de 70.000 alumnos cada año) y cuenta con un entorno natural absolutamente maravilloso: la playa está relativamente cerca, y Sierra Nevada le ablanda la patata a cualquier amante de la naturaleza salvaje. De cifras de estudiantes erasmus no anda precisamente corta. Cada año se dejan caer por sus calles más de 5000 estudiantes.

Sevilla

A decir de muchos extranjeros, Sevilla es otro destino erasmus que supera con nota la media. A favor, la arquitectura de la ciudad y su río de monumentos importantes, la historia y el salero y sevillanía de una ciudad que bulle de vida todos los días de la semana. Además, todavía mantiene un nivel de precios más que asumible para quien se desplaza desde otros territorios europeos más fríos y desangelados, sin tanta vida nocturna.

En contra, claro, ‘la caló’ del sur, ese sentimiento incomparable de freírse como un huevo nada más llegar mayo. El cambio climático ya empieza a convertir la ciudad en una sartén a doscientos grados a medida que se acerca el verano, pero para el estudiante extranjero acostumbrado a la cueva invernal y el gris desangelado de ciudades mucho más frías como París o Berlín, el infierno en la tierra es una especie de bendición.