Los exámenes de la EVAU están cada vez más cerca, como esa guillotina dulce que llega cada año. Pronto vendrán los nervios, largas jornadas de estudio y un futuro que pasa por obtener determinada nota de corte. ¿Quién no estaría nerviosx, se comería las uñas o se encomendaría al tarot para averiguar si todo saldrá bien? ¿Qué pasa si llegas tarde a las pruebas?
Si eres de esas personas que se preocupan y entran en una espiral de ansiedad creciente por las pruebas, es lógico que busques formas de relajarte y de pasar el trago de la mejor forma posible. Las preguntas se acumulan, los deseos también. “Ojalá me toque el tema que me sé”. “Esta la domino”. “Qué fatiga el tipo test”.
Algunos de estos consejos los ha proporcionado el neuropsicólogo Aitor Álvarez Bardón, que explica en El Confidencial cómo combatir la presión que se siente antes de enfrentarte a las pruebas de la EvAU. Solo hay que poner atención a los hábitos de estudio que tenemos diariamente, y procurar mantener hábitos de vida que redunden en una mejor salud mental y física. En ambos casos se pueden mejorar con poner un poco de atención y rutina.
Según cuenta el neuropsicólogo, es importante ser estrictos con los horarios de estudio y descanso y asignar unas horas fijas cada día a hincar codos. No menos de las necesarias, pero tampoco más, porque es contraproducente para el aprendizaje. “Los maratones de estudio de horas seguidas realmente generan más estrés debido a que la mente no es productiva y ves que no aprendes”.
Maximizar los descansos y respetarlos es otro de los consejos que nos pueden ser útiles. Es importante pausar al menos quince minutos por cada dos horas de estudio, y atenernos al plan, igual que cumplimos nuestro calendario semanal de temas o planificamos nuestro tiempo de hacer resúmenes para sintetizar la teoría. La inercia física de echar siete horas seguidas calentando silla nunca es buena compañera.
Es importante mantener los pensamientos intrusivos a raya y ajustarlos a la realidad de nuestra situación. Aprende a identificarlos y a colocarlos en el lugar correcto. Trata de verte desde fuera y de evaluarte como lo haría otra persona que no eres tú. ¿Qué verías?
Sencillamente, alguien que estudia todos los días, es constante y trabaja para llegar a tiempo con el temario estudiado y repasado. ¿De qué te sirve pensar machaconamente “no me lo sé”, “no voy a poder”, “se me ha olvidado” si sabes que has dedicado muchas horas a ello y que solo es un pensamiento que refuerza el castigo? A veces la dificultad no estriba en estudiar, sino en ser justos con nosotros mismos y ver un poco más allá del látigo con el que nos azotamos.
Toma este consejo como lo que es: una llamada a la sensatez. No hace falta que pases del blanco al negro y, después de una jornada maratoniana de estudio, te pegues una noche de fiesta y achicharres los millones de neuronas vivas que te quedan.
Ten claro: tienes que estudiar antes del examen, eso no te lo quita nadie; pero también hay que dedicarse a vivir, ir a tomar algo, despejarse, asignar una franja de tiempo para ti y solo para ti, con los libros a buen recaudo. Nadie saca los exámenes siendo un ciborg que no se entrega un poco al hedonismo.
Es vox populi: estudiar da hambre, y el cerebro tiene una malsana tendencia a buscar carbohidratos y azúcar como agua de manantial cuando quiere mitigar la bola de ansiedad que te entra cada vez que piensas: me queda un mes para el examen, una semana, un día.
Sin embargo, el desarrollo cognitivo correcto de cualquier persona pasa por mantener una buena alimentación, y en periodo de exámenes, todavía más. Verdura en abundancia, fruta, fibra. Azúcares refinados y grasas saturadas, lo menos posible. En esencia: los días previos al examen, trata de no ser una alimaña ojerosa que se alimenta exclusivamente de Monster y Red Bull para “aguantar”. Nútrete. Bebe agua. Cuida lo que te echas al cuerpo. Men sana in corpore sano (y bien comido).
Quizá te parezca que reducir tu descanso a cuatro o cinco horas de sueño te ayudará a llegar a tiempo y dominar todo el temario los días previos a las pruebas. La realidad es que solo estarás mutilando tus funciones cognitivas y, probablemente, lo acabarás pagando el día del examen. Explica Bardón: “Un estado emocional estable influye directamente al aprendizaje de manera significativa a la hora de poder evocar el aprendizaje en un examen"
Mantener un buen horario de descanso pasa por dos claves fundamentales: no agotarte por las noches estudiando días antes del primer examen, y evitar el ordenador, en lo posible. Si no caes en el autoengaño de “venga, solo un tema más y me acuesto”, tampoco te pegues un atracón de Netflix que te deje como una ardilla heroinómana y sin energía al día siguiente.
Lo normal es que, después de tirarte una semana estudiando como un egipcio levantando bloques de granito en las pirámides, no tengas muchas ganas de enfundarte las mallas e ir al gym o salir al parque a correr, pero cuando sepas los beneficios que puede darte a la hora de estudiar, te lo pensarás dos veces. "Una única sesión de ejercicio físico aeróbico antes de ponerse a estudiar o de hacer un examen, influye positivamente en el rendimiento cognitivo", explica Bardón.