Si hay una película de terror que haya puesto los pelos de punta a toda España en los últimos años esa es Verónica. Estrenada en 2017, la historia está inspirada en el caso Vallecas, un desconcertante episodio real que tuvo lugar hace treinta años, el único en nuestro país en el que las autoridades policiales declararon haber sido testigos de fenómenos paranormales.
Todo sucedió en Vallecas, en un piso como cualquier piso, a una adolescente como cualquier adolescente, de una familia como cualquier familia y no hace tanto tiempo. Esta cercanía hizo que el caso recibiera en la época un interés mediático y social extraordinario: todos (policía, público y medios) intentaron buscar una explicación a lo sucedido.
El bombo que se le dio a la historia hizo que esta no cayese en el olvido y que llamase la atención de Paco Plaza, director de la igualmente terrorífica REC. Plaza utiliza lo que sabemos del caso Vallecas para construir una historia fantástica que, precisamente por apoyarse en hechos reales, da mucho más miedo.
1991, Estefanía Gómez Lago tenía dieciséis años y era la tercera de seis hermanos. Vivía con estos, su padre y su madre en un bloque de apartamentos en la calle Luis Marín, 8, en Vallecas. A ella y a sus amigas les interesaba el ocultismo y, por lo visto, se dedicaban a explorar ciertas prácticas esotéricas en su tiempo libre. Un día, una profesora sorprendió a Estefanía y a dos amigas jugando a la ouija en el colegio, querían comunicarse con el novio recientemente fallecido de una de ellas. La profesora desalojó y, con el griterío, se partió el tablero en dos. Las compañeras de Estefanía declararon posteriormente que también se rompió el vaso de cristal que estaban utilizando para moverse por el tablero y comunicarse con el más allá. Cuando esto sucedió (por lo visto) emanó un humo negro de los pedazos que (siempre por lo visto) Estefanía aspiró. A partir de entonces empezó a sufrir ciertos síntomas que los médicos no consiguieron explicar.
Espasmos, desmayos, alucinaciones y visiones, voces que solo ella escuchaba, sombras que la acompañaban por donde iba... El estado de la adolescente no hacía más que empeorar y la familia, católica y supersticiosa, se lo atribuyó al espíritu del abuelo, con el que Estefanía nunca habría tenido una buena relación. Un día de agosto, Estefanía ingresó en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid víctima de un ataque. Falleció poco después. La autopsia determinó que se trató de una asfixia pulmonar, algo raro en una niña aparentemente sana.
Las manifestaciones paranormales no acabaron con la muerte de Estefanía, más bien empeoraron, lo que acabó sumiendo a la familia en un estado de paranoia que le impidió continuar con su vida. Así, el 27 de noviembre de 1992, la madre llamó desesperada a la policía. Cuando los agentes aparecieron, los encontraron a todos, niños incluidos, en la calle. Al subir, el inspector Jose Pedro Negri y los agentes que lo acompañaban fueron testigos de hechos cuanto menos sospechosos: puertas de un armario que se abrían y cerraban sin explicación, un crucifijo derecho que se ponía del revés, arañazos en un póster, un ruido atronador donde no había nadie y una mancha marrón que los agentes describieron como babas son algunas de las cosas que podemos leer en el informe que el inspector redactó esa noche.
Cuando los medios se enteraron de lo sucedido, se organizó un circo mediático en el que no faltaron programas de televisión con experto en parapsicología incluido. La historia fue agrandándose y así ha llegado hasta nuestros días...
En la película de Paco Plaza, que no deja de ser ficción, Estefanía, a la que se llamó Verónica por hacer un guiño a esa otra historia de terror que todos conocemos, intenta contactar con su padre fallecido. Al hacerlo, libera a un demonio que en dos días la enloquece. El director aliña la historia con un eclipse total, monstruos del más allá, luces que hacen cosas raras y con una monja ciega que de un 0 a un 10, da miedo 10.
Tras su estreno, el caso volvió a primera línea y dos de los hermanos de la Estefanía real acabaron declarando en una entrevista que los hechos paranormales descritos por la policía en su informe no fueron tales. Su hermana, como su madre, padecía epilepsia y murió de uno de estos ataques antes de que se confirmara el diagnóstico. La madre, de personalidad fuerte, con una imaginación desbordante, muy supersticiosa y sugestionada por la atención recibida, habría acabado por convencer a toda la familia de que realmente algo que no era de este mundo la tenía tomada con ellos. Una explicación tranquilizadora que todos aquellos que hemos visto la película definitivamente agradecemos.