Todos los lugares tienen una mala carretera, una curva peligrosa en la que los accidentes son habituales. Según cuentan, en algunas de estas, una mujer vestida de blanco se aparece y espera a que un coche la recoja. Si alguien para, la mujer se sube en el asiento trasero del coche y se queda en silencio durante unos minutos. No dice nada. Poco después, desaparece. En algunas versiones sí llega a hablar con el conductor, y antes de esfumarse, le dice: "en esa curva me maté yo".
La creencia popular es que, con su presencia, la mujer fantasma guía al conductor a través de un tramo especialmente peligroso para evitar que tenga un accidente. Algunos dicen que va vestida de blanco porque era una novia que murió de camino a su boda.
La chica de la curva es una especie de hada madrina moderna que ayuda a los viajeros en su camino, un personaje de fantasía que se reinventa con estética gótica y en un contexto contemporáneo. El mitólogo e historiador Joseph Campbell, que estudió durante toda su vida los mitos antiguos de diversas culturas, definió un esquema que siempre se repite no solo en esas leyendas ancestrales, sino también en todas las historias que leemos en libros o vemos en películas.
Este esquema, al que llamó jornada del héroe o monomito, demuestra que las aventuras a las que los personajes se enfrentan, y que incluso nosotros podemos llegar a vivir, siguen siempre un patrón, son siempre las mismas. Así, muy resumido, sería algo como: el héroe siente la llamada de la aventura, a la que puede negarse, pero a la que siempre acaba rindiéndose, parte en su busca, encuentra pruebas o dificultades a las que planta cara y que le hacen crecer y, una vez superadas, emprende el regreso a casa, en el que, por supuesto, también encuentra dificultades.
En este viaje, se topa con ciertos personajes. Unos mejores y otros peores. Dentro de los primeros, está la figura del guía, una ayuda sobrenatural que el héroe recibe y que le ayudará a lidiar con lo que se le ponga por delante. En la mitología griega, una guía sería Ariadna, que ayuda a Teseo a orientarse dentro del laberinto en el que se encuentra el minotauro, dándole un ovillo de hilo que le permitirá volver sobre sus pasos una vez que mate al monstruo.
En nuestra mitología moderna, la chica de la curva es nuestra guía. Una aparición sobrenatural, un espíritu que ayuda a las personas a salir indemnes de los peligros de las carreteras. Su figura puede rastrearse y, ya en la Edad Media, encontramos la misma historia. Solo que en vez de coches, había carros. Y en vez de carreteras, bosques. Viendo cómo las historias se reinventan y adaptan a los tiempos, quizás en unos años la autoestopista fantasma pase a ser la autoestopista galáctica. Probablemente no lo veamos, pero ahí queda.
Y cómo no, el mito siempre encuentra un modo de corporizarse en la realidad. Según la hemeroteca, podría tomarse como la 'verdadera' chica de la curva a una mujer llamada Teresa Fidalgo que circulaba por la carretera bajo los efectos del alcohol el día antes de su boda. Al tomar una curva se salió de la carretera y se mató. Dicen que en esa carretera donde la mujer murió se aparece una joven que parece estar haciendo autostop.