Las historias de amor entre dos humanos están bien, pero las historias de amor entre un humano y un animal nos vuelven locos. Y esta es una de las mejores que hemos visto en mucho tiempo.
Los protagonistas son Gracie, la perrita, y Dylan, un chico de doce años de edad. Gracie nació sin patitas delanteras y pocos días después fue abandonada en un veterinario en muy mal estado, sucia y llena de bichos, como si no la hubieran atendido en ningún momento de su corta vida.
El veterinario la atendió y después avisó a la protectora de animales local, Mostly Mutts, para que cuidara de esta preciosa cachorrilla. Pocos días después, Gracie fue adoptada por la familia Turley. Para esta familia, Gracie era la segunda perrita del hogar, ya que el rey de la casa era Jag, un perrete adulto con parálisis en la mitad inferior de su cuerpo por un problema de la médula espinal. ¡Ambos se hicieron muy buenos amigos!
Aunque Gracia era muy feliz sin sus dos patitas delanteras y correteaba por toda la casa sin problema, su familia decidió que lo mejor para que ella saliera y jugara con el resto de perros sería tener una silla de ruedas que se adaptase a su crecimiento, en esos meses en los que pasaba de ser un cachorrito a ser un perro joven.
Es entonces cuando aparece Dylan, un voluntario de doce años de edad del centro de rescate de animales, con una gran idea para Gracie: ¡una 'silla de ruedas' construida con LEGOs Así, a medida que la perrita crece, se pueden ir añadiendo o quitando piezas según se necesite.
Gracie enseguida se acostumbró a su nueva silla de ruedas y pudo correr por el exterior. Puedes verla superfeliz en el vídeo de ahí arriba ☝️