Lo que Jenni Hermoso ha conseguido en España va mucho más allá de ganar un Mundial de Fútbol (que también). A raíz de sus rotundas contestaciones (porque con una sola no valía, ha tenido que hacer dos) a las declaraciones públicas de Rubiales sobre cómo y por qué se produjo el polémico beso de la noche de la victoria en Sidney, ha surgido todo un movimiento que ha traspasado las fronteras del deporte.
Además de la ola de apoyo que Jenni ha recibido por parte de sus compañeras de la Selección, que han afirmado que no volverán a jugar un partido hasta que se cese a Rubiales, y de las muestras de empatía internacional por otras jugadoras extranjeras, como la derrotada Inglaterra y las futbolistas norteamericanas del San Diego Wave y el Orlando Pride, el grito de #SEACABÓ que dieron las ganadoras del Mundial tras la dimisión fallida del Presidente de la Federación Deportiva ha llegado al corazón de todas las mujeres.
Por eso, cientos de ellas, en lo que sería la versión española del movimiento #metoo, gracias al que se destaparon importantes abusos a mujeres en la industria del cine estadounidense, le han mandado mensajes a la periodista Cristina Fallarás para hacer su denuncia. Muchos de los mensajes tienen que ver con jefes, entrenadores o profesores que aprovecharon su cargo para abusar de sus 'subordinadas', haciéndose evidente, una vez más, el vergonzoso abanico de agresiones sexuales que sufren las mujeres, día a día, por parte de sus superiores.
Para que no pasen desapercibidos, Fallarás ha publicado cada uno de los mensajes en su muro y estos pueden ser leídos por sus más de 31.500 seguidores. Por desgracia, no faltan testimonios que cruzan el límite de lo impensable, en los que se relatan brevemente agresiones sexuales por parte de primos, abuelos o padres, que han causado a sus víctimas una distorsión afectiva irreparable de por vida.
Todas estas voces pretenden sumarse a la de Jenni Hermoso; una valiente jugadora que, con el apoyo de su sindicato femenino, FUTPRO, ha decidido no doblegarse antes la posición de su Presidente y, por supuesto, no minimizar la ofensa de recibir un beso no consentido en la boca, tipificado por la ley del Sí es Sí como un delito de agresión sexual. Y punible, además.