No hay nada más metamágico que celebrar unas jornadas dedicadas al mundo de Harry Potter en plena Navidad. El pasado mes de 'Revelio diciembre', la ciudad de Logroño tiró la casa por la ventana y sus calles y locales poco tuvieron que envidiar al Callejón Diagon. La capital riojana se llenó de talleres, actividades, proyecciones cinematográficas y exposiciones donde todos los potterhead disfrutaron de una experiencia inmersiva en la mente de J.K Rowling.
La Casa de la Juventud es tan fan de la saga que hasta montó una exposición del mundo mágico con muchas pertenencias personales: un sin fin de varitas mágicas, una reluciente Nimbus 2000, la mismísima piedra de la resurrección, el símbolos de las tres reliquias, la snicht dorada en su mood más volador y muchos otros artículos hicieron las delicias de los niños vecinos y, reconozcámoslo, también de los adultos.
Pero lo que más llamó la atención de Yasss fue la celebración del primer Mundial de Quidditch en el que, como no podía ser de otro manera, se enfrentaron las honorables casas (unas más que otras) de Gryffindor y Slytherin. Lógicamente, no había escobas voladoras ni los 'goles' se marcaban por los aires, pero este deporte ficticio se ha adaptado a la vida real hasta tal punto que algunos países como Francia ya lo reconocen como deporte oficial.
La mecánica es la misma: los cazadores deben meter las quaffle por el aro hasta que una de las casas se proclame ganadora. Sin embargo, aunque el deporte sea el mismo, adaptado a nuestra gravedad muggle, su nombre ha sido modificado para desligarse de la autora de la saga tras sus polémicas declaraciones sobre las mujeres transgénero, de las que ya se hizo eco Yasss. Desde el verano de 2022, esta competición se llama quadball y, aunque no sea en modo aéreo, los jugadores tienen que ir todo el rato subidos a palos de escoba, no aptas para patitorpes.