La polémica suscitada hace unas semanas por la presencia de la cómica Patricia Sornosa en el podcast "Estirando el chicle", es el más reciente de los debates en torno a la minoritaria pero muy ruidosa facción feminista transexcluyente. Las llamadas TERFs, mujeres con supuesta conciencia feminista que ponen en la diana a las personas trans, queer y no binarias, son una presencia cada vez más habitual en redes sociales y debates públicos donde se discute la igualdad de género.
La ideología transexcluyente ha sido la protagonista en los últimos meses de varios lanzamientos editoriales, de espacios de entrevistas en plataformas de streaming y de encendidos debates en las redes. Quienes defienden estas ideas han podido exponerlas desde las tribunas de los periódicos y desde la televisión en abierto –a pesar de quejarse constantemente sobre su invisibilización–. La propia presencia de Sornosa en Estirando el chicle (a raíz de su programa con Patricia Espejo, colaboradora habitual del podcast) es un buen ejemplo de cómo las defensoras de la transexclusión pueden colarse con éxito en espacios donde en principio sus ideas no son bienvenidas.
Resulta difícil imaginar que esto ocurriera si esas personas defendieran ideas machistas, racistas o incluso homófobas. La identidad de género de una parte de la población, sin embargo, sí ha acabado por ser debatible en foros importantes. Las personas trans, queer y no binarias llevan unos años viendo cómo su existencia es sometida a escrutinio, cómo sus derechos son puestos en duda en debates donde se invita a discursos que pretenden vulnerarlos.
Todo ello mientras se debatía una Ley Trans que ha llegado menguada a su fase final, como consecuencia de la confrontación interesada en torno a conceptos como la autodeterminación de género, que sin ir más lejos el PSOE apoyaba unánimamente en 2017 y que ahora ha sido uno de los mayores obstáculos para la aprobación del texto. En mitad del debate, una parte del partido era seducida por la ideología transexcluyente, tal como reveló un documento interno filtrado. Por su parte, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, declaraba estos días que derogará la ley trans si llega a Moncloa.
El debate generado por los y las TERFs está por tanto no solo encendiendo las redes sociales, sino que tiene consecuencias muy reales que afectan al día a día de la comunidad trans.
Surgido de una escisión de las olas feministas a finales de los años 60, el feminismo radical que ha derivado en la beligerancia TERF basa su ideología en el sexo biológico como base primordial de la identidad. Sus seguidoras defienden que solo las personas que nacen con genitales femeninos son mujeres, y por lo tanto solo estas reciben las opresiones del sistema patriarcal.
Ni las mujeres trans ni las personas queer o no binarias son para las TERFs sujetos oprimidos por su identidad de género (para ellas, identidad puramente sexual), y por lo tanto toda persona nacida con genitales masculinos se sitúa en la parte privilegiada de la sociedad. Quienes promueven estas ideas no consideran que la tasa de suicidios de las personas trans (cinco veces mayor que las de las personas cis) o que las dificultades para encontrar trabajo de esta comunidad, especialmente entre las mujeres trans, forme parte de la discriminación patriarcal, porque las personas que sufren estas situaciones no fueron consideradas mujeres en su nacimiento.
En cuanto a las identidades queer y no binarias, la ideología TERF las considera poco menos que un capricho o un invento intelectual. Piensan que hay una ‘teoría queer’ que pretende confundir los conceptos con intereses ocultos, en términos similares a la ‘ideología de género’, denominación de la extrema derecha para referirse al feminismo.
La ideología transexcluyente viene siendo cada vez una presencia más habitual en medios de comunicación y redes sociales. Es impulsada por personas como Lidia Falcón, antigua dirigente del Partido Feminista y ahora dedicada casi en exclusiva a atacar a las personas trans desde diversas tribunas. Incluso publicaciones abiertamente progresistas como Eldiario.es han acogido columnas y textos de opinión de personas en contra de los derechos trans, al calor del supuesto feminismo de la reacción transexcluyente.
¿Permitiríamos un debate sobre el racismo con personas racistas? ¿Un debate sobre homosexualidad con homófobos? La comunidad trans está harta de ver cómo a la transfobia sí se le hace un hueco en los medios y en los debates, y de ahí a los parlamentos y tribunas políticas.
Mientras, un 80% de las personas trans reciben alguna agresión física a lo largo de su vida. Con sus derechos en cuestión, incluso después de ser aprobados en sede parlamentaria, cada avance por parte de la ideología TERF es un nuevo obstáculo para que la comunidad trans pueda vivir con garantías. Y muchas personas parecen dispuestas a escucharla.