Divino sexo, divino Kamasutra y divina alineación coital pues cada día nos permiten colocarnos de una forma distinta en la cama sin repetir casilla, con un escueto: "Cariño, cielo mío, te lo prometo. Aunque en esta postura parezca una tortuga paralítica, estoy a punto de hacerte el amor".
De momento, procura no romperte el pene o el clítoris, el cuello y otras zonas erógenas en una de esas contorsiones que planeas ejecutar. Haz el favor de portarte bien. Nos gustaría prometerles a los lectores que no ha muerto nadie mientras realizas la práctica sexual de la que te hablaremos a continuación; una postura innovadora (como estas otras) que te vendrá bien si estás aburrido de tomar siempre la línea recta y te apetece explorar con inventiva, conocimiento y una excursión a Google el lado más desconocido de Asia.
Si no has probado la postura sexual del carrete filipino con tu pareja o tu crush, es momento de conocerla más a fondo y saber cómo se practica.
Por muy eurocentristas y coitocéntricos que seamos en nuestras costumbres en la cama, hay que reconocerle a la cultura oriental la capacidad de especiar y darle un toque picante a nuestra intimidad. Puede que con esta última frase sientas que te estamos hablando de unos noodles con un poco de pasta de sésamo que acaban dándote gases, pero nada de eso. Hay vida más allá de los boles de fideos.
Ahora, la anécdota. Imagínate que un día recalas en un burdel de Filipinas y, de oídas, un sujeto bizco y un tanto jorobado te lega un secreto ancestral: "Existe una técnica, sí, milenaria; pocos la conocen, y por desgracia, han muerto todos". De acuerdo, demasiada ficción. Quédate entonces con cuatro palabras: Filipinas, prostíbulos y orgasmos en los que los implicados ven las estrellas. ¿Mejor?
Se suele decir que el origen del carrete filipino nace de las expertas técnicas sexuales de las prostitutas filipinas en la penumbra sedosa de sus habitaciones. Tenga o no algo de cierto esta narrativa, es ese nombre el que ha perdurado en el imaginario colectivo con las sucesivas leyendas urbanas que han encontrado pábulo en España. En rigor: "Los filipinos y las filipinas son excelentes amantes"; o "te hacen unas cosas que no has visto en ningún otro sitio".
Entonces, de qué va. ¿De hacer fotos analógicas? ¿De pescar rodaballos?
Tomemos las palabras de la psicóloga y sexóloga A. Poch, que ilustra de forma sencilla en qué consiste esta técnica. Según la experta, la técnica se basa en concentrar la irrigación de sangre en una zona específica del pene. Para eso, tenemos que atar un cordel o un hilo a la base y, con sumo cuidado, constreñirlo; lo suficiente como para dilatar la erección y darle un empujón de placer al remate final: la eyaculación. Visto así, parece más fácil quedarse sin pene y acabar en urgencias entre gritos desgarradores que practicar esta técnica con cierta garantía de éxito, algo que la experta matiza. El nudo tiene que ser suave. "Jugamos con la intensidad del nudo para que apriete un poco más durante el coito, y lo desanudamos justo antes de eyacular para que el placer sea mucho más intenso".
Esta técnica tiene otras ventajas. Además de un carrete de hilo, pueden utilizarse otros objetos que sirvan para la misma finalidad: cintas de seda, cinturones, corbatas, nudos de albornoz (no es por enumerar menaje, pero es que el asunto del artículo nos lo pone a tiro). Tampoco es exclusiva del sexo con penetración. De hecho, puede aplicarse también al sexo oral y a la masturbación. Bajo el mismo principio, según la experta. "Atar la cinta cuando hemos conseguido una erección, seguir estimulando para mantener la excitación y desatar la cinta en el momento de la expulsión de semen".
Queda meridianamente claro que el carrete filipino es una técnica que nos va a requerir una cierta habilidad. Practicar, practicar y practicar para dar con la tecla justa sin sufrir ingresos hospitalario. Eso sí, llevarlo a cabo con éxito incluso puede convertirse en otro motivo para disfrutar todavía más del sexo y del encuentro con tu cruz o tu pareja. "Reconozco que en algún punto me ha apetecido estrangularte la cosita, a ver qué pasaba; menos mal que todo ha acabado bien".
Si quieres ponerte manos a la obra y practicarlo, no te preocupes; habéis montado estanterías de Ikea muchísimo más difíciles. Aquí no sobra ningún tornillo.