La salud sexual sigue siendo un tema tabú para gran parte de la sociedad. Esto se traduce en una falta de conocimientos que dificultan la interpretación de muchas de las señales que nuestro cuerpo nos manda mediante comportamientos inusuales. Muchas veces, algo que parece insignificante como el flujo vaginal puede mostrar variaciones que, según en qué circunstancias, formas y frecuencia puede ser señal de que algo no funciona bien en nuestra salud íntima. Desde Yasss te ayudamos a conocer cuál es el estado natural de tu flujo y en qué casos puede ser síntoma de alarma.
¿De pequeña te impactó el primer día en que observaste una mancha amarillenta en tu ropa interior? ¿Sueles llevar salvaslips a diario porque sientes que tu flujo es abundante? Parece mentira que algo tan natural y común en el cuerpo de una mujer despierte tantas dudas. La falta de una educación menstrual en la infancia y el tabú que rodea a los temas de higiene íntima son una enorme piedra con la que todas las mujeres nos hemos topado o seguimos cargando en nuestras vidas.
Vivimos obsesionadas con cuidar el olor, la apariencia y la higiene de nuestra vulva. Asociamos como anormal e incorrecto estados tan naturales de nuestra vagina que en muchas ocasiones confundimos lo normal y saludable con algo impropio o reflejo de una mala higiene.
Cada vez se extiende más la oposición a las duchas vaginales y al empleo de jabones que pueden dañar nuestro pH en la zona, algo que puede afectar directamente a nuestro flujo, cuyo fin real es el que buscamos con estos actos: estas secreciones procedentes de la vagina cumplen con la función de limpiar, proteger de infecciones nuestra flora vaginal y mantener húmeda la zona. Y no, el flujo vaginal no es el mismo líquido de lubricación que segregamos al sentirnos excitadas.
Según la página especializada en Menstruación Sostenible y educación menstrual CYCLO, en términos generales, un flujo normal comprende entre 2 y 5 ml expulsados de tono transparente o blanco al día, en su gran mayoría inodoro. Aunque esto varía a lo largo de nuestro ciclo menstrual y las distintas etapas de nuestra vida.
Por eso, una de las razones por las que tu flujo aumente se puede deber a un momento importante de tu ovulación. Durante este periodo hay quienes producen mayor cantidad, de hecho puedes descubrir en qué momento te encuentras en fase de ovulación gracias, precisamente, a la textura del flujo.
Relacionada con esta causa, la segunda podría deberse precisamente a un embarazo: las mujeres embarazadas suelen segregar más cantidad de lo habitual fuera del embarazo.
Si no estás ovulando ni estás pasando por un embarazo, debes hacer saltar las alarmas puesto que puede deberse a la existencia de alguna infección. La leucorrea, término por el que se conoce a esta secreción, se convierte en patológica si el aumento es excesivo y se observa cambio de olor y color diferente al habitual.
Todo ello variará dependiendo de la causa que esté provocando dicha infección. Desde Sanitas aconsejan, aparte de ponerte en manos de un experto, lavar la vulva únicamente con agua; secar bien la zona; utilizar ropa íntima de algodón y que no aprieten demasiado. Consejos en los que coinciden desde CYCLO.
El estrés también puede ser una causa de este cambio. Este estado de nervios conlleva en muchas ocasiones cambios hormonales que se reflejan en cambios físicos. Asociada a los cambios hormonales, también puede influir el uso de pastillas anticonceptivas que varíen nuestros niveles naturales o la implantación de un DIU, puesto que la aparición de un cuerpo extraño en nuestro vagina deriva en alguna ocasión en este exceso de flujo.
Recuperando los consejos de higiene de los expertos, el uso de tampones, salvaslips, compresas o ropa interior de otros tejidos diferentes al algodón pueden llegar a alterar nuestro pH y, por lo tanto, repercutir en un cambio de nuestro flujo vaginal.
En cualquier caso, lo mejor para conocer nuestro cuerpo y detectar cambios que indiquen alteraciones en nuestra salud es observar con asiduidad el comportamiento de nuestra vagina, aumentar nuestros conocimientos sobre salud menstrual y siempre acudir a un experto sanitario que nos asesore de la mejor manera posible.