Hace más de tres años que Hagai Levine, un investigador de la Universidad de Jerusalén, hablaba en la BBC de una catástrofe por venir. El apocalipsis espermático está entre nosotros (puedes conocer algunas curiosidades sobre el semen, aquí). Desde luego, sus palabras llamaban la atención sobre un asunto que aún hoy debería hacer reflexionar a muchos varones
El científico afirmaba estar seriamente preocupado por los datos que recogían diferentes investigaciones realizadas en el seno de la comunidad científica. En sucesivos estudios, se había descubierto que la calidad del semen de los varones occidentales está en franca decadencia desde hace más de 40 años. De casi 100 millones de espermatozoides por mililitro hemos pasado a solo 46 en la última década. Otras fuentes rebajan aún más esta cifra. ¿Las rebajas de El Corte Inglés? No, solo el posible fin de la raza humana, según este prohombre de la ciencia. Pregúntate esto. ¿Sabes cómo mejorar la calidad de tu semen?
La de Havine ha sido una de las investigaciones más importantes jamás realizadas para determinar cuáles pueden ser las causas del bajo conteo de espermatozoides en los hombres occidentales (no afecta, parece, a los de otras latitudes). 175 estudios distintos analizaron muestras de semen de más de 45000 hombres, a lo largo de casi tres décadas. Los resultados fueron recogidos en un artículo del mismo año publicado en la revista Human Reproduction Update. "Los hombres pueden ser considerados subfértiles con concentraciones espermáticas inferiores a los 40 mill/ml e infértiles por debajo de los 15 mill/ml", dice el investigador.
Esta pérdida de fuelle de la semilla no es la única consecuencia de esos espermatozoides ‘pochos’ (más lentos y en menor número que los del varón y su hombría de décadas pasadas). Existen ya casos de bebés con testículos más pequeños de lo normal que se han relacionado con el problema a escala planetaria de la pérdida de calidad del semen. “La disminución […] es muy llamativa”, dice la ginecóloga Gema Crespo para el periódico ABC. “Hemos tenido que cambiar los parámetros de ‘normalidad en poco más de 25 años”.
En otro estudio realizado durante más de una década a donantes de semen de Estados Unidos, sus responsables concluían que los cambios continuos en nuestro estilo de vida hacen que nos expongamos a un número mayor de sustancias que alteran de nuestro sistema endocrino, y que afectan directamente a la espermatogénesis.
Entre las diversas causas que podrían afectar a la calidad del semen, están la mala alimentación, el estrés y un consumo excesivo de alcohol y tabaco, a lo que se añade otro elemento capaz de una crear tormenta perfecta en las próximas décadas: los altos niveles de contaminación en numerosas urbes de todo el planeta y los distintos productos químicos que consumimos involuntariamente en pesticidas, cosméticos, detergentes y un largo etcétera. De hecho, muchos expertos coinciden en ver la contaminación como uno de los factores que más deberían preocuparnos en el largo plazo. Hay muchas vidas en juego.
Shanna Swan, una de las autoras de Count Down: How The Modern World is Threatning Sperm Counts (‘Cuenta atrás: Cómo el mundo moderno es una amenaza para el esperma’) afirma que el problema está en los plásticos que consumimos voluntaria o involuntariamente en nuestra dieta, y que podemos encontrar en superficies tan diferentes como una bandeja de fruta del supermercado o la superficie de una sartén. Estos microplásticos y restos invisibles que entran en nuestro organismo engañan al cuerpo y le hacen creer que son hormonas, La experta afirma que, mientras este consumo de plástico continúe, el número de espermatozoides de los hombres seguirá bajando a marchas forzadas.
La mayoría de expertos coinciden en afirmar que es justamente la calidad de nuestra dieta lo que puede suponer una diferencia entre una semilla en horas bajas y una de calidad razonable. Diseñar una dieta saludable, baja en grasas y con una variedad suficiente de alimentos que contengan fibra y antioxidantes puede ayudarnos a no perder calidad en el semen, y lo mismo si mantenemos una vida sexual regular.
"Debemos centrarnos en los evidentes peligros del presente y afrontar el problema ahora”, dice Havine en su investigación. “Hay algo que va mal en términos de salud y fertilidad en una gran proporción de hombres de los países occidentales. Nuestras acciones determinarán si y cuándo el declive de la fertilidad humana acaba amenazando la existencia de nuestra especie”.