Ni depravados ni vergonzosos: la realidad detrás del tabú de los fetiches sexuales
María Gómez de MontisMadrid
Pies, tacones, piercings... hay muchos objetos de fetiche distintos.Frank Vessia en Unsplash.
Los fetiches no son algo de lo que avergonzarse. Se trata de objetos o partes del cuerpo no erógenas que producen excitación a alguien.
La mayoría de los sexólogos creen que todos somos fetichistas.
Fetichismo: desviación sexual que consiste en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él como objeto de la excitación y el deseo. O, al menos, esa es la definición que la Real Academia da a esta tendencia erótica, haciéndose eco de las nominaciones de Sigmund Freud. Pero, ¿es el fetichismo un problema o una desviación sexual? Por lo pronto, parece una definición un tanto anticuada.
El fetichismo no es ni un problema ni una desviación sexual, y aunque gran parte de los sexólogos asume que todos somos fetichistas en mayor o menor medida, definiciones y mitos como ese hacen que para muchas personas sus fetiches sean tabú y objeto de vergüenza. Los sexólogos se cansan de repetir que tener un fetiche no es nada extraño ni vergonzoso, ni mucho menos algo que deba esconderse a la pareja. De hecho, permiten disfrutar del sexo de una forma más alejada de la rutina, y explorar el deseo del otro en confianza.
Hay que tener clara una cosa: pese a lo que diga la RAE, parafilia y fetiche no son lo mismo. La primera es una conducta que posibilita la excitación, como lamer pies o ver porno. Es decir, quien la sufre es incapaz de excitarse a no ser que lama primero el pie de su pareja o vea un vídeo pornográfico. La segunda, sin embargo, es la filiación sexual con un objeto o parte del cuerpo supuestamente no erógena o no reconocida como excitante.
Algunos de los más habituales
Los fetiches son aquellos objetos o partes del cuerpo aparentemente no relacionadas con el sexo que, sin embargo, excitan a alguien. En ese sentido, existen tantos tipos de fetichismo como de personas, aunque algunos resuenen más que otros.
Los pies. Quizás uno de los primeros que se nos venga a la cabeza. Hay gente que se excita solo con mirar los pies desnudos, otros en sandalias de verano… hay quien necesita contacto con esa parte del cuerpo para sentir placer, como llevárselos a la boca o masajeárselos.
El calzado de tacón. Puede o no estar derivado del fetiche de pies. En un gráfico, este fetiche tendría que estar en el lado opuesto al de la gente a la que le da nauseas tener relaciones con alguien que lleva los calcetines puestos; a algunas personas, la imagen de su pareja desnuda y en tacones les sube veinte grados la temperatura basal. El tacto del calzado, el olor que dejan los pies dentro… todo suma.
La ropa interior usada. Ya sea lencería o una braga-faja, hay gente a la que le excita la ropa interior cuando ya ha sido usada. Internet ha facilitado la compraventa de estas prendas, y existen plataformas destinadas únicamente a este negocio.
El cuero. Es un fetiche bastante habitual. La piel, esté o no relacionada con el BDSM, revoluciona las relaciones en la cama, y hay gente que disfruta especialmente al contacto con este material.
Piercings y tatuajes. Hay gente que se vuelve loca ante la visión de la tinta o el metal, bien en general o en zonas localizadas, como la lengua o el ombligo. Hay gente a la que le basta con mirar y otros que necesitan el contacto del metal contra la piel.