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Ni depravados ni vergonzosos: la realidad detrás del tabú de los fetiches sexuales

  • Los fetiches no son algo de lo que avergonzarse. Se trata de objetos o partes del cuerpo no erógenas que producen excitación a alguien.

  • La mayoría de los sexólogos creen que todos somos fetichistas.

Fetichismo: desviación sexual que consiste en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él como objeto de la excitación y el deseo. O, al menos, esa es la definición que la Real Academia da a esta tendencia erótica, haciéndose eco de las nominaciones de Sigmund Freud. Pero, ¿es el fetichismo un problema o una desviación sexual? Por lo pronto, parece una definición un tanto anticuada.

El fetichismo no es ni un problema ni una desviación sexual, y aunque gran parte de los sexólogos asume que todos somos fetichistas en mayor o menor medida, definiciones y mitos como ese hacen que para muchas personas sus fetiches sean tabú y objeto de vergüenza. Los sexólogos se cansan de repetir que tener un fetiche no es nada extraño ni vergonzoso, ni mucho menos algo que deba esconderse a la pareja. De hecho, permiten disfrutar del sexo de una forma más alejada de la rutina, y explorar el deseo del otro en confianza.

Hay que tener clara una cosa: pese a lo que diga la RAE, parafilia y fetiche no son lo mismo. La primera es una conducta que posibilita la excitación, como lamer pies o ver porno. Es decir, quien la sufre es incapaz de excitarse a no ser que lama primero el pie de su pareja o vea un vídeo pornográfico. La segunda, sin embargo, es la filiación sexual con un objeto o parte del cuerpo supuestamente no erógena o no reconocida como excitante.

Algunos de los más habituales

Los fetiches son aquellos objetos o partes del cuerpo aparentemente no relacionadas con el sexo que, sin embargo, excitan a alguien. En ese sentido, existen tantos tipos de fetichismo como de personas, aunque algunos resuenen más que otros.

  • Los pies. Quizás uno de los primeros que se nos venga a la cabeza. Hay gente que se excita solo con mirar los pies desnudos, otros en sandalias de verano… hay quien necesita contacto con esa parte del cuerpo para sentir placer, como llevárselos a la boca o masajeárselos.
  • El calzado de tacón. Puede o no estar derivado del fetiche de pies. En un gráfico, este fetiche tendría que estar en el lado opuesto al de la gente a la que le da nauseas tener relaciones con alguien que lleva los calcetines puestos; a algunas personas, la imagen de su pareja desnuda y en tacones les sube veinte grados la temperatura basal. El tacto del calzado, el olor que dejan los pies dentro… todo suma.
  • La ropa interior usada. Ya sea lencería o una braga-faja, hay gente a la que le excita la ropa interior cuando ya ha sido usada. Internet ha facilitado la compraventa de estas prendas, y existen plataformas destinadas únicamente a este negocio.
  • El cuero. Es un fetiche bastante habitual. La piel, esté o no relacionada con el BDSM, revoluciona las relaciones en la cama, y hay gente que disfruta especialmente al contacto con este material.
  • Piercings y tatuajes. Hay gente que se vuelve loca ante la visión de la tinta o el metal, bien en general o en zonas localizadas, como la lengua o el ombligo. Hay gente a la que le basta con mirar y otros que necesitan el contacto del metal contra la piel.