¿Te has planteado alguna vez si te gusta lo que te gusta en la cama porque lo has elegido libremente, o porque es una preferencia sociocultural de tu país?
Lo razonable sería pensar que las posturas sexuales, hasta las más raras son esos ‘comodines del público’ que, a diferencia de la comida, todxs usamos más o menos de la misma forma, sin distinción por territorios. A unxs les encanta el misionero, con su clásico entrar y salir mientras miran a los ojos de su pareja y aumentan la cercanía; otras personas prefieren un desvío en la ruta y se avienen a colocar el cuerpo en una posición más gimnástica, imitando a un gato o a una jirafa borracha (lo han leído en algún artículo de este tipo… ilusxs). Así con todas las posturas posibles, cada cual al gusto de la pareja consumidora.
Pero nos olvidamos del país al que pertenecemos. El hecho cierto es que siempre vamos a llevar en la sangre la mojigatería y la apertura sexual propias de nuestra cultura, y ahí es donde entran las estadísticas y las encuestas. En el sexo, además de las preferencias personales, existe algo así como un catálogo geográfico de gustos y fantasías repartidos por países y territorios.
Estas son algunas de las posturas sexuales preferidas en cada país de Europa. (¿Conoces ya el koala exprimidor y lo has practicado con tu pareja?)
Aunque probablemente se nos viene a la cabeza la postura del misionero cuando visualizamos un encuentro sexual típico, en realidad es el perrito la postura preferida mayoritariamente por los europeos.
Según un estudio de Dred.com realizado entre más de 2000 participantes de Europa y Estados Unidos, esta es la ganadora en el concurso de las contorsiones preferidas con nuestra pareja. Un 35% de encuestados la escoge como su predilecta.
Como se puede apreciar en el gráfico, España es uno de los países donde nos gusta mucho follar de esta manera: uno de los participantes, como su propio nombre indica, se coloca en posición de perro, a cuatro patas sobre la cama (introduciremos en tu cabeza un chihuahua ladrador, para que te sea más cómodo imaginar). El otro participante se acopla, bien de rodillas o bien de pie, en el borde de la cama. Has de saber que a lxs ciudadanxs de Reino Unido, Alemania, Austria Francia y Rumanía también les gusta colocarse en esta posición para aullarle lastimeramente al gotelé de la pared en sus encuentros sexuales.
Pasamos ahora a un nada desdeñable 20% de encuestados que prefiere optar por el combo más clásico, la postura que nos remite a un misionero enseñándole a un nativo en tierras colonizadas cómo mantener relaciones sexuales.
Se dice, se comenta, que esta postura recibe su nombre de este supuesto hecho histórico, con sus tintes racistas y esclavistas, algo que ya ha sido refutado por multitud de historiadores. En realidad, parece que tiene su origen en un error interpretativo de Alfred Kinsey, el llamado ‘padre de la sexualidad americana’, que la llamó así por primera vez después de leer un tratado de antropología de Bronislaw Malinowsky ‘The Sexual Life of Savages in North-Western Melanesia. An Ethnographic Account of Courtship, Marriage, and Family Life Among the Natives of the Trobriand Islands, British New Guinea’
Esta postura es la segunda que más gusta entre los europeos, y basta mirar el gráfico para identificar de un vistazo los territorios donde, digámoslo así, ha encontrado su mejor público: Países bajos.
También llamada 'la amazona'. Ella encima de él, cabalgándolo como a un poni de carreras llamado ‘José Antonio’, podría ser el resumen de esta tercera postura preferida entre los europeos. Un 22,5% la escoge. En el gráfico destacan Italia y Bélgica como los países donde ellas toman el control de la situación, manejan el ritmo a su antojo y facilitan una penetración casi total, tanto de frente como de espaldas.
El chico puede utilizar alguna de las manos libres para estimular el clítoris con cuidado mientras ella lo cabalga (sin ‘yeeeeeeha’ ni silbidos, por favor). Lamentamos la descripción, tan propia de una mala película porno, pero no es culpa nuestra que el nombre de la postura ya remita a un imaginario bastante prototípico.
Llegamos así a la última postura del ranking, la que se queda a la cola en los gustos de los europeos pero destaca en un único país: Holanda. Es quizá la postura más cariñosa de todas, ese arrimarse a nuestra pareja en las noches frías, acoplar el cuerpo y sentir el calor y la tibieza del otro. Justamente funciona así: uno de los miembros de la pareja penetra a la otra persona, tumbada de costado.
Se ‘acopla’ a su cuerpo y puede dirigir el ritmo, con acometidas más lentas o más rápidas según vaya subiendo la temperatura. No te dejes engañar: la cuchara es una postura de lo más placentera y permite además acariciar el clítoris de ella (si hablamos de una pareja hetero) cómodamente. Cuando más cierra las piernas, más se estimula el clítoris y el punto G con la fricción. Combo imbatible.