Despertar con el campamento levantado, la catapulta enhiesta, la bandera a media asta… todas ellas metáforas merecedoras de cárcel para describir lo que les pasa a muchísimos hombres en cuanto abren los ojos y descubren que tienen una erección bajo los pantalones. Raro es el adolescente o el hombre adulto que no ha vivido un momento similar y ha tenido que fabricar una buena excusa delante de su familia o sus padres para explicar el bulto.
La pregunta está ahí, claro. ¿Por qué se producen erecciones durante la noche? ¿Es normal o debo preocuparme? ¿Es que tengo sueños lúbricos y subidos de tono que no recuerdo? Si quieres saber más, aquí tienes algunas curiosidades sobre el semen:
Para comprender este curioso fenómeno físico hay que entender cómo funcionan, en primer lugar, los ciclos del sueño. Tiene lógica que estas fases, además de permitirnos descansar, pongan al cuerpo a reparar lo que durante el día debe funcionar a la perfección.
De alguna manera, mientras dormimos, nuestro cuerpo y nuestro cerebro ‘revisan’ diferentes áreas de nuestro organismo para ponerlas a punto; de ahí que muchas personas hablen durante sus aventuras con Morfeo, se muevan se sacudan, o pasen por un ciclo de movimientos oculares rápidos en la fase REM. Es ahí donde entran estas erecciones nocturnas.
Como hemos dicho, no hay hombre que no las tenga. De hecho, son signo de una salud sexual excelente. Al fin y al cabo, si el pene se levanta (mira cuántos tipos de pene hay) y estanca la sangre en el cuerpo cavernoso, es que todo debe de funcionar bien, ¿verdad?
Como sabemos, la erección es un proceso natural, que puede ocurrir a través de la estimulación directa del pene o mediante estimulaciones cerebrales. Tan sencillo como, por ejemplo, mirar a una persona por la que sentimos deseo, o tocarnos.
Las erecciones nocturnas, en cambio, no se producen por ningún tipo de estimulación, sino como un sistema que utiliza nuestro cuerpo para revisarse y ponerse a punto. El cerebro toma el control y se pone a tocar botones para comprobar que todo funciona correctamente. Ocurre lo mismo con las mujeres. La mayoría dilatan los músculos de la vagina y los lubrican mientras duermen, como parte de esa ‘puesta a punto’ que se realiza cuando estamos correteando por las praderas oníricas.
Tanto con las erecciones buscadas, por estimulación manual o visual, como por las nocturnas e involuntarias, el sistema nervioso y el endocrino actúan de igual forma generando las hormonas y las señales químicas que activan los nervios y hacen fluir la sangre hacia los cuerpos cavernosos, hinchándolos. Es un mecanismo de protección: hinchar y deshinchar oxigena los cuerpos cavernosos y los mantiene sanos.
Se suele establecer una relación entre tener sueños eróticos estas erecciones, pero esto es solo porque suelen aparecer justamente en las fases en las que soñamos. No existe una correlación directa.
Una vez el control de nuestras reacciones pasa del sistema simpático (respuesta ante el peligro) al parasimpático (reacciones involuntarias), justo en la fase REM, aparece la erección, momento en el que nos despertamos y nuestro calzoncillo tiene su bulto de recompensa, la ‘tumescencia peneal nocturna’ de rigor (ese es su nombre científico). Además suele coincidir con el momento del día en tenemos más altos los niveles de testosterona.
La frecuencia de las erecciones sufre distintos cambios según nuestra edad, estado psicológico y caliad de nuestros ciclos de sueño. Un mal sueño (escalo y deficiente) puede producir una inhibición, y reducir esa media de cinco SER (Sleep Related Erections) a una o ninguna. Del mismo modo, la pubertad es el periodo de la vida con mayor número de erecciones nocturnas. Según algunos estudios, los adolescentes pueden llegar a pasar más de un 30% de su sueño erectos, mientras que los hombres mayores de 60 años solo alcanzan un 15%.