Cuando hablamos de sexo, relaciones íntimas y vida emocional, debería ser obligatorio mencionar esas enfermedades y afecciones que no son tan conocidas por el grueso de la población pero que tienen un gran impacto en nuestra salud sexual.
Una de esas cruces silenciosas que afectan a la vida erótica de las mujeres, casi tanto como a su bienestar, es la endometriosis. Se calcula que más de un 2% la sufren; una de cada diez. Por lo general, solemos asociar sus síntomas a cierta hinchazón y dolor crónico, pero ni mucho menos se quedan ahí: la salud sexual también se ve muy tocada por esta enemiga que recubre el útero con una capa de tejido que se descama y sangra. Cuando aparece, debemos estar alerta. Cambia (para mal) la forma de vivir el sexo y el deseo, y como en muchos casos todavía no existe un diagnóstico adecuado, las mujeres con endometriosis viven un drama silencioso que es minimizado por la ciencia médica o se despacha con un “es normal que la regla te duela”.
Hoy, Día Mundial de la Endometriosis, te hablamos sobre esa enfermedad y cómo afecta a la vida diaria de muchas mujeres.
"Tenía muchos dolores cuando tenía la regla". "No sabía por qué tenía esos dolores terribles hasta que consiguieron diagnosticármela". "Me afectó a varios órganos".
Estas son las frases más habituales entre mujeres diagnosticadas de endometriosis en alguno de sus diferentes grados. Es una enfermedad que puede ser crónica, y como tal, podemos encontrar síntomas que varían mucho en cada caso, pero que suelen presentar algunos rasgos comunes. En Yasss te hablamos hace tiempo de las señales en las que debes fijarte antes de acudir a tu ginecólogo de confianza.
Recordemos que la enfermedad se da cuando el tejido endometrial, que está presente en el interior del útero, prolifera anormalmente y escapa a otras zonas del cuerpo. En un 80% de las pacientes, este tejido anómalo, llamado "ectópico", aparece en forma de quistes alrededor de los ovarios, pero hay numerosos casos donde se reproduce en el peritoneo, los intestinos, los ligamentos sacros y otras zonas del cuerpo.
Hablar de esta enfermedad es hablar también de un drama estadístico y un sistema nacional de salud que muchas veces, por delación o incompetencia, descuida el diagnóstico correcto o minimiza el dolor de las mujeres: un alto porcentaje de ellas recibe diagnósticos incorrectos, o tardan al menos cinco años en llegar, y para entonces la enfermedad está cronificada y las afectadas han vivido toda una serie de situaciones y experiencias muy dolorosas en sus relaciones sexuales y su menstruación. A saber: el famoso dolor crónico que muchas de ellas refieren, la dismenorrea (dolor intenso en la pelvis y el vientre durante la regla) y una posible infertilidad. La endometriosis es además una enfermedad poco conocida en el grueso de la población general. Como muchos expertos afirman, hace falta pedagogía y concienciación para darla a conocer.
Solemos asociar el dolor a algo que solo afecta a nuestro cuerpo de forma puntual, pero en realidad, el dolor es también algo que puede fragmentar nuestra mente y predisponerla, positiva o negativamente, a vivir ciertas situaciones. Cuando es crónico, cambia la ecuación y cambiamos nosotros. Hay tanto dolor como miedo al dolor, a que llegue, a que aparezca y no podamos controlarlo.
Hablar de endometriosis es hablar también de muchas mujeres que ven cómo su autoestima queda tocada y empiezan a ver el sexo como algo negativo o rechazable. Si cada relación sexual deja de ser un momento placentero, divertido y excitante para convertirse en un potro de tortura, ¿cómo no va a ser el sexo algo a evitar por todos los medios?
Uno de los principales viacrucis que la enfermedad pone en el camino de las mujeres es el dolor crónico, intenso y mortificante. Aparece en el centro de su vida erótica, y ya no se va hasta que la enfermedad se trata y la afectada recibe por fin un poco de alivio.
Los expertos refieren el que es uno de los rasgos más comunes durante las entrevistas a las pacientes que la sufren: el dolor durante la penetración vaginal, también llamado dispareumia. Esta sensación insoportable aparece cuando los quistes están localizados detrás del útero y el glande del pene choca con la zona donde se alojan los quistes o las zonas inflamadas.
A muchas de ellas les impide vivir sus relaciones sexuales con normalidad. Rompe de forma terrible a sus momentos íntimos y parte su deseo por la mitad. La gran mayoría empieza por mantener relaciones sexuales cada vez más esporádicas, hasta que tarde o temprano, en muchos casos, el deseo desaparece por completo. Han terminado por asociar el sexo al dolor, de manera que ya nunca lo buscan por propia voluntad, y sus relaciones de pareja pueden flaquear.