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Tocar colores y saborear sonidos durante el sexo: ¿qué son los orgasmos sinestésicos y cómo tenerlos?

En el vasto mundo de la sexualidad y el orgasmo, sabemos que existen experiencias que trascienden lo convencional y nos llevan a explorar territorios que parecen de ciencia ficción (si no los has probado, claro). Creer que solo existe un tipo de placer sería tan absurdo como limitarse a un tipo de relación sexual coitocentrista, un solo tipo de orgasmo y una única manera de estar con nuestra pareja en la cama. En realidad, hay muchas.

 

Sabemos que una persona puede ser multiorgásmica o entrenarse para serlo, y que probablemente exista más de un tipo de orgasmo, como existen múltiples formas de sentir placer y posturas que pueden expandirlo o elevarlo. Algunas personas viven su orgasmo como una explosión que los derriba; otras, en cimas y picos de placer que gradualmente van creciendo en intensidad. Las más afortunadas, pueden incluso vivir orgasmos con colores, sabores y golpes de luz que se cuelan en sus oleadas de placer van mucho más allá de correrse.

 

Uno de estos fenómenos intrigantes del sexo son los "orgasmos sinestésicos", un tipo de clímax que fusiona sensaciones y percepciones diversas, creando una experiencia trascendental; es ‘el placer en varias dimensiones’, como lo describen quienes tienen el privilegio de haberlo experimentado.

 

¿Qué es el orgasmo sinestésico?

 

La investigadora sexual Almudena Ferrer explica en un artículo de S Moda que las personas capaces de vivir un orgasmo sinestésico responden a él con sentidos distintos a los habituales durante el sexo. 

 

“Durante la actividad sexual sentimos una respuesta visual, olfativa o incluso percepciones del gusto”, explica. “No solo pasa cuando tenemos un orgasmo; hay personas las que les sucede cuando acarician, o cuando comparten besos”, y se refiere en este último punto a las personas sinestésicas, aquellas capaces, por ejemplo, de ‘oler’ colores o ‘ver’ sonidos’. Dentro del espectro de sinestesias

 

Este fenómeno neurológico, raro y poco comprendido, conecta diferentes regiones de nuestro cerebro, permitiendo que los estímulos sexuales se entrelacen con las áreas que procesan otros sentidos. Los sonidos pueden, de pronto, tener color, de los colores pueden brotar sabor y el sentido del gusto es capaz de evocarnos sensaciones táctiles. 

 

La complejidad y diversidad de la sinestesia del orgasmo convierten esta experiencia en un regalo para aquellos que la experimentan. Algunos sinestésicos sexuales hablan de colores que aparecen en su mente justo antes de llegar al clímax y de una pared que se derrumba y les permite alcanzar un estado de conciencia similar al que vivimos cuando tomamos psicoactivos como el LSD o el MDMA.

 

Cómo conseguir un orgasmo sinestésico

 

Lo cierto es que no existe un perfil exacto de personas sinestésico-sexuales. Sí se ha observado que las personas con sinestesia previa (por ejemplo, ver colores cuando escuchan música o miran números, o asociar el sentido del gusto a determinadas palabras o letras) pueden tener una mayor predisposición a experimentar este tipo de clímax multidimensional que implica otros sentidos. Esto sugiere que la sinestesia sexual, un rasgo neurológico intrínseco o una anomalía milagrosa del placer, puede estar relacionada con la sinestesia en otros aspectos de la vida de quien goza de esta capacidad.

 

Se sospecha que la capacidad de experimentar la sinestesia en el orgasmo parece tener una mayor prevalencia entre las mujeres. Si bien los estudios sobre este tema son limitados debido a la rareza del fenómeno, se ha observado que las mujeres son más propensas a tener una conexión más fuerte entre sus sentidos, lo que podría explicar esta disparidad.

 

Es importante destacar que la capacidad de experimentar orgasmos sinestésicos no está relacionada con la orientación sexual o la identidad de género. Cualquier persona, independientemente de su orientación o identidad, podría potencialmente vivir esta experiencia única. Como se suele decir, todos somos un poco sinestésicos, o podemos entrenarnos para vivir el sexo ‘en otras dimensiones’.