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Tocar el cielo con las manos: cinco técnicas de masturbación poco conocidas que van a multiplicar tu placer

¿Te has cansado de masturbarte siempre de la misma forma? ¿La mano se te ha adormecido de probar tantas veces lo mismo y en el mismo sitio? ¿A quién no le gusta un buen baptisterio romano del siglo I o una sesión de autoplacer en la intimidad?

Hoy te proponemos algunas técnicas de masturbación poco conocidas para que innoves en tu propio placer y te conozcas mejor. Si los romanos ya practicaban este noble arte de mil formas distintas.

El edging es tu mejor amigo

Ya exploramos esta técnica en uno de nuestros artículos anteriores, pero no está de más recordar uno de sus puntos más fuertes: el control del placer a voluntad para ir jugando con la intensidad, para terminar cuando es imposible aguantar más. 

Tiene sentido. Muchas personas se masturban de una tacada, dejándose ir en la primera acometida del placer, casi un acto mecánico con una recompensa inmediata. Es una forma perfectamente válida de alcanzar el orgasmo, pero ¿qué hay de la obtención del placer gradual y del dominio que podemos llegar a tener de nuestro clímax?

El edging consiste en “estar a punto de”, acercarse al orgasmo, y justo entonces, reducir el ritmo de las manos para seguir cabalgando esa ola todo el tiempo que queramos. Hay personas que son unos auténticos maestros en esta técnica del control del placer para llevarlo al límite. A más tiempo de edging, más fuerte será tu orgasmo cuando finalmente te dejes ir. Memorable.

Condón con lubricante

El propio titular ya te da pistas de cómo mejorar en un doscientos por cien el placer de la fricción. De la sequedad a la untuosidad del lubricante al agua. ¿Lo mejor? Que te puedes correr en el condón y tirarlo a la basura como harías en cualquier encuentro con tu pareja. Mojado y resbaloso, siempre delicioso.

Tres no son multitud

Ya sabemos que lo más fácil es ir a tocarse y pasar de todo lo demás. Se llega al orgasmo, se descansa, se vuelve a repetir cuando nos entren ganas otra vez. 

Te olvidas de una lección fundamental: tu cuerpo es tu cuerpo, pero también una gran zona erógena por descubrir si sabes cómo introducir variaciones en la forma en que te masturbas y buscas el placer a solas. En suma: añadir posibilidades.

Puedes probar a estimular zonas como los pezones, buscar una postura distinta a la de estar tumbadx en la cama, utilizar distintos tipos de vibradores y juguetes para el slow sex, introducir un vibrador prostático en tu ano, emplear bolas chinas o un anillo para el pene. El placer es infinito, como los cachivaches para llegar a él. 

Los cinco sentidos

A nadie le amarga un juego cuando se hace con cabeza, aunque dé un poco de vergüenza al principio. Es cierto que esta forma de masturbarnos nos suena a algo más propio del sexo en pareja, pero para nada es así. También se puede hacer a solas.

Ponte una venda en los ojos y prueba a utilizar distintas ‘superficies’ o objetos para masturbar tu pene: fruta, jengibre, hielo para incrementar la sensación frío-calor y los contrates, líquidos espesos que imiten la ergonomía placentera de un ano o una vagina. Hey, primero te comes un trozo de esa tarta que acabas de sacar del horno, y luego… bueno, ya sabes qué hacer con ella y con lo que tienes entre las piernas.

Agua y diversión

Bañera llena, prepárate que sales. Sí, desde luego no es la técnica de masturbación más respetuosa con el medio ambiente, pero a cambio, vas a poder llegar al placer de una forma increíble. Primero, porque modificas la dilatación de tus terminaciones nerviosas al utilizar agua caliente.

La sensación de correrte bajo el agua tibia y dejarte ir es una auténtica bomba, y a ese ratito para ti, dentro del baño de tu casa, donde nadie te moleste, puedes añadir ‘juguetes’ como el cabezal de la ducha y dirigirlo a tus partes sensibles, jugar con la temperatura frío-calor del chorro y, en fin, toda una serie de variaciones en la forma de obtener placer. El orgasmo puede ser increíble.