En Yasss somos conscientes de lo importante que es la educación sexual y la prevención de ciertas enfermedades que no son leyendas urbanas, ni mucho menos. Tienen muchos visos de realidad y poco de mito. Ya te hemos hablado en varios artículos del virus del papiloma humano, y hoy no está de más recordar cómo afecta el VPH a tus relaciones sexuales. Porque sí, aunque te suene a algo lejano y ajeno a tu cotidianeidad, puede tocarte esta china si no te proteges adecuadamente en tus relaciones o te haces chequeos. Por suerte, ya existen test para detectarlo en la sangre. Mejor prevenir.
Si hay una enfermedad de transmisión sexual que podría recibir perfectamente el nombre del ‘comodín del público’ es la del papiloma. Los cálculos nos dejan el cuerpo frío y temblón: según el manual del DSM, se calcula que más de la mitad de la población estará en contacto con él en algún momento de su larga o corta vida sexual. Otro dato, también destacable: un 50% de los hombres lo tiene y no es consciente de que puede transmitirlo en cualquiera de sus encuentros eróticos. Contraerlo es tan fácil como practicar sexo oral y anal con un portador. Ya está. No hace falta más.
Además, no existen medias tintas en las conclusiones: el VPH es un problema de salud pública al que no se le ha prestado nunca la debida atención, y buena parte de culpa la tiene la escasa de educación sexual, los sistemas de prevención endebles del Sistema Nacional de Salud y el más que obligatorio chequeo médico que todxs deberíamos hacernos cada cierto tiempo.
Dadas estas cifras, para empezar el día con los pelos como escarpias, cabe hacerse una pregunta. ¿Es tan grave tenerlo? La respuesta más cabal es: depende. Existe un alto número de cepas del VPH, la mayoría, que no causan trastornos de salud. Desaparecen. ¿Y cómo puede afectarnos a la hora de mantener relaciones sexuales? Lo que interesa saber en este caso es el porcentaje de casos en los que el VPH y sus cien tipos diferentes pueden provocar cáncer. Se estima que a día de hoy son 14 subtipos problemáticos.
Aquí las cosas se ponen feas, especialmente para las mujeres, las más damnificadas de la ecuación salud-mortalidad. Si el cáncer de mama es el que ocupa el primer puesto en las estadísticas, el cervical es el segundo. Los dos subtipos de VPH más peligrosos causan más del 65% de los casos. De hecho, no son los únicos tipos de cáncer que vienen con el VPH. Todas las zonas genitales implicadas (ano, boca o garganta) son susceptibles de sufrirlo, algo que aumenta los casos entre la población masculina. Más malas noticias: es una de las pocas enfermedades de transmisión sexual de las que no protege totalmente el uso de preservativo.
Como explicaba Pablo Fernández, gerente de la clínica Open House, en este artículo de Yasss, “también hay cepas que pueden provocar estados precancerosos, pero lo único que se puede hacer si se detecta una de ellas es aumentar la vigilancia en la salud del paciente, porque ni siquiera hay un tratamiento concreto”
Ninguna relación sexual está a salvo de los problemas emocionales y de salud que el VPH puede traer. Por desgracia, está tan extendido entre la población que cualquier persona sexualmente activa podría ser portador, y eso incluye desde nuestra pareja a cualquier cita de Tinder random con la que acabas subiendo a su casa para pedirle si te puede dar un vaso de leche (guiño, guiño).
Los expertos recomiendan realizar chequeos médicos periódicos y análisis citológicos para saber si lo tenemos, y en caso de que haya tocado la cara mala del dado, ser absolutamente francxs con nuestras futuras parejas. Si atendemos a los consejos que dan diferentes departamentos de salud de todo el mundo, estos serían algunos de los temas e ideas a abordar cuando queramos contar a nuestros compañerxs de cama que lo tenemos: