Fue la cómica Susi Caramelo la encargada de lanzar ese término al aire junto a su compañero Luis Álvaro y si uno se detiene a leer su descripción sin duda lo primero que provoca es risa. En su monólogo que lleva como título este mismo término, la colaboradora de ‘Las que faltaban’ lo define como creerse más pibón de lo que uno es realmente. ¿Quieres descubrir si padeces este trastorno no-oficial? Sigue leyendo y psicoanalízate con nosotros.
Si bien lo más común suele ser mirarse al espejo y ver cómo su autoestima baja con cada grano, arruga, lorza o hueso marcado que uno descubre, el que padece de pibonexia sufre todo lo contrario: un subidón extremo de autoestima en el que lo primero que le sale a uno al mirar su reflejo es un “¡olé tú, pibón!”.
Susi Caramelo lo explica bien alto: hay quien le dice que no es para tanto, ¡pero es que no se lo cree!, “me creo que estoy más buena de lo que estoy”, explica. Y ya si el mismísimo Álex González te ve en la peluquería, momento culmen con la cabeza repleta de papel plata en proceso de decoloración capilar, y tras pedirle que borre semejante imagen de ti de su cabeza de su boca sale un “pibón” (historia real sufrida por la propia humorista), ¿cómo no te vas a venir arriba y sentirte una diosa empoderada?
Si bien este nuevo trastorno inventado -al que poco le falta para recibir el visto bueno del colegio de psicólogos y de incluir su término en la RAE- trae semejanzas con el ya existente trastorno narcisista, lo cierto es que posee sus matices. Para el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP), el trastorno narcisista “no deja de ser una ‘enfermedad de nuestro tiempo’ como decía Alexander Lowen, y es que vivimos en una sociedad que aprueba ciertas cualidades y metas que son propios del narcisismo, aunque de forma sutil e indirecta, prestando una atención obsesiva a ciertos aspectos que luego reprobamos.”
En eso coincide la creadora del nuevo término, pues en su opinión la pibonexia es el trastorno más extendido en Instagram, donde alguien posa de espaldas en bikini con la excusa de poner una frase profunda acompañando la publicación, pero el objetivo real es el de enseñar el culazo que se ha estado currando durante el invierno para lucir en la playa.
El término cada vez está siendo aceptado por más y más personas, hasta el punto de haber dado la vuelta al mundo y llegar a aparecer en algún que otro culebrón latinoamericano. Recientemente, en la televisión española, era el mismísimo Jorge Javier Vázquez quien reflexionaba sobre el término: “Si tu físico te produce inseguridad y trabajas en televisión de una manera tan continuada como la mía, la relación con el espejo es muy complicada. Fundamentalmente porque siempre te vas a ver mal” explicaba, y sentenciaba: “No, no sufro de pibonexia. Lo mío es una realidad: tengo unos 50 espléndidos”.
Lo cierto es que vivir tan sometidos a las redes sociales provoca, quizás, más bajas autoestimas que pibonexias. Las comparaciones son odiosas, y ver a modelos y personajes públicos lucir tipazos imposibles refleja una realidad distorsionada. Si a eso le sumas el uso de los filtros que prometen mejorar tu aspecto con cambios brutales de tu rostro… ¿con qué valor te enfrentar después a la cara real del espejo?
Por suerte, movimientos como los colectivos anti-gordofobia, hombres y mujeres curvy que lucen orgullosos sus cuerpos o personas con diferentes disfunciones que defienden la normalización de su físico ayudan a que la pibonexia esté al alcance de todos y no se rija por una estética si no por una actitud.