No es lo mismo cometer excentricidades, como hace cualquier famoso que quiera hacer valer su nombre en los mentideros del salseo (‘Se alimenta con placenta de poni, yo lo he visto’), que usar ropa excéntrica, hablar en excéntrico como Fernando Arrabal (“¡El mineralismo!”) o tener un cuerpo excéntrico, algo en lo que Harry Styles parece destacar. Le pasa lo mismo con los outfits vintage, los coches de colección (tiene más de 40, como sus tatuajes, que también rondarán esa cifra) y por su propia madre, de la que se rumorea que fue la que le apuntó al casting de The X Factor sin preguntarle si le parecía bien.

El ex de One Direction es uno de estos tipos que funda bandas de rock juveniles desde niño y podría llevar camisas de lunares en el Infierno sin perder un solo gramo de estilo, y hace un par de años se dignó a contar en una entrevista una de las mayores rarezas que posee. Está escondida en su cuerpo. Fue una periodista incisiva la que le hizo confesar toda la verdad.

Los rumores son como los culos, todo el mundo tiene uno del que los demás hablan cuando no está presente. Con los famosos es fácil: “Tiene una piscina de oro en su casa; ahí cría bebés caimán”. “Le gusta beber Möet Chandon vestido de panda mientras el servicio le atiza en las nalgas con una fusta”. “Se rumorea que su madre lo encontró en el Nilo flotando”. “Tiene cuatro pezones”.

Este último rumor sobre Styles nació hace ya unos cuantos años, pero enseguida corrió como la gasolina por los foros de Internet. No había manera de confirmarlo si el implicado no se abría la camisa, al modo de aquella famosa escena de Desafío Total en la que una de las aliens enseñaba los pechos triples. ¿Cuándo seríamos tan afortunados como para ver algo así?

La verdad es que todo el mundo parecía haberse olvidado del chisme, que ya era un vox populi con más capacidad de reproducirse y mutar que otra cosa (“El quinto pezón es el que le aconsejó que creara One Direction y se hiciera rico. Se llama Ringo, como el de los Beatles”). Parecía que la cosa estaba muerta y olvidada hasta que el propio Harry lo volvió a sacar en una de sus giras promocionales. Se le notaba relajado y con la guardia baja. Fue en una entrevista para el programa de la periodista de Chelsea Handler, en Netflix, con motivo del estreno de ‘Durkerke’, en el que Styles participaba como actor de reparto.

En algún momento del encuentro, Styles ya no sabe qué cara poner. Handler prepara los clavos del ataúd del cantante y actor a razón de pregunta incómoda por minuto. “Como británico que eres, ¿podrías contarme qué es la fotosíntesis?”. Tiene también tiempo para ir con hachazos directos. “No necesito respuestas interminables sobre cómo te metiste en el papel, la gente ya sabrá cuando te vea en Dunkirk si vales o no vales para ser actor”.

Justo es ahí cuando la periodista saca el comodín que había preparado. La pregunta incómoda. La trampa para osos. Harry está acorralado. Tiene que contestar, para eso ha aceptado someterse a ese interrogatorio de la Gestapo. “Se rumorea por ahí que tienes cuatro pezones. ¿Qué hay de verdad en esto que dicen?”.

Harry ya no puede ocultar la amarga verdad, el brilli brilli, su particular marca distintiva, que le predispone a un futuro de grandes gestas en la música y camisas con volantes para seguir acaparando las mejores fotos de los paparazzis. Si Harry Potter tenía su cicatriz, Harry Styles tiene… cuatro pezones.

El que calla, otorga. Se ríe en este momento de la entrevista y termina por confirmar lo que en Internet era un río de sospechas donde flotaban las pirañas de la rumorología. “Sí, es cierto”. Handler sigue escarbado, aunque ahora con cierta inseguridad. Es como un perro trufero que ha encontrado una veta de oro escondida, aunque esa primicia mundial, los cuatro pezones de un famoso, no le vaya a hacer ganar el Pulitzer. “Oh… ¿De verdad?”. Styles asiente una vez más. “¿Puedes señalar dónde?”.

Styles señala sus pectorales y dice: “Aquí están mis pezones normales, y aquí los otros, un poco más abajo”.

Y eso es todo, amigos.