A Harry Styles, el chico camaleónico que tuvo su primera banda de rock con 14 años, ya le conocíamos el gusto por la ropa refinada con un punto extravagante (sus outfits de Gucci, de la cabeza a los pies). Su pituitaria también la tiene entrenada para asuntos de conducción. El ex de One Direction es un consumado coleccionista de coches clásicos, y no hay más que preguntarle para que ponga los ojos en blanco hablando de las joyas de su colección, fieras de cuatro ruedas con un punto a medio camino entre el friki de la mecánica y el nuevo rico. Styles ha picoteado de todas las marcas con algo que decir en esto del buen diseño: Ford, Tesla, Range Rover, Jaguar, Ferrari, Mercedes, Mustang, Audi... Sí, son un poco más caros que una colección de cromos estándar.

Como le pasa con la ropa, Harry quiere los mejores coches, pero también auténticos iconos vintage como este cacharro tan propio de una película italiana de espías y persecuciones por precipicios y curvas cerradas. Se lo compró nada más cumplir los 18. Un precioso color verde amostazado con un toque de oliva que Ford vendió por todo el mundo a golpe de lema: “Capri, el coche que siempre había sido tu promesa”.

¿Le dará Harry uso a esta bestia cuando quiera formar una familia? Es un ‘carro’ enorme que dio lugar a cierto shippeo cuando fue visto conduciendo junto a Kendal Jenner. Dentro de su colección, es uno de los bólidos que siguen una línea más moderna y menos recargada que la de otros modelos más ostentosos: pantalla táctil para el control, parrillas de líneas despejadas. Un motor V8 trucado para dar algo más de potencia de serie: más de 500cv.

Rojo diablo, esta elección, un descapotable con el que tus fantasías ya empiezan a zapatear. El modelo fue desarrollado a partir del D-Type y cuenta con tecnología punta: el motor de 265 cv se merienda a sus predecesores, pero además de eso, es silencioso y bastante cómodo. Styles no es tonto. Sabe que si va a pasearse con esta bestia, el viaje tiene que dejarte el espíritu suave y peinado.

Gusto por lo imposible y lo exclusivo el del ex miembro de One Direction, que con este bólido no se ha conformado con las series clásicas de la marca, sino que ha escogido uno de la serie limitada. Entre las particularidades, una caja de cambios mecánica y una potencia bruta de 408 cv. El interior, de cuero suave con ribetes rojos en la parte alta de los asientos, ideal para pegarse el lote con alguna de sus conquistas de Tinder o Bumble y decirle: “Saluda a mi coche. Se llama Ringo, por uno los Beatles. Necesitas su aprobación para que lo nuestro siga”. Es un chico de repetir postre, el bueno de Harry. Hay otro modelo de Porsche en su colección: el Cayman S.

Este se lo agenció en 2012. Un pedido a la carta, puesto que el bólido es a gusto del cliente y sus caprichos. Ferrari invierte una buena cantidad de tiempo en preparar y diseñar con mimo el interior, a golpe de catálogo. Imaginamos a Styles poniéndose especialito y diciendo: “Quiero que la carrocería huela un poco a Beatles pero también tenga un punto nirvanesco. Lo clásico popero entreverado con lo grunge, como mi pelo cuando no me peino”. Este descapotable impresionante cuenta con un motor de ocho cilindros, un embrague doble y siete marchas que pueden controlarse desde el volante. Tiene una particularidad: forma parte de las series nuevas de Ferrari. Su techo duro retráctil jubila al de la serie anterior, que contaba con un techo de lona.

En el fondo Styles tiene esa energía de los niños a los que no les basta con un caramelo. Quieren dos, y luego tres, y así hasta que la lista de coches de las mejores marcas crece a velocidades imposibles. Si meter un jaguar era fácil, por qué no incluir un Mercedes y pasearse con él por West Hollywood para que los paparazzis hagan que la cámara eche fuego. Este modelo es de 1967, y al ser presentado recibió el nombre de ‘Pagoda’.

Nos dejamos bastantes modelos de la larga colección de Styes. Posee también un Masserati GT, un Ferrari Dino de color amarillo y un Tesla V Suv.

El que está esperando que Harry se estire y le haga un buen es su padre, también un fanático de las cuatro ruedas. Hace unos años declaró: “A Harry no voy a pedirle dinero jamás, pero creo que un día voy a llegar a casa y me encontraré un Mercedes aparcado enfrente. Sería fantástico”.