Streaming, visualizaciones, escuchas, likes, número de reproducciones… hasta hace unos años, estos conceptos permanecían fuera del complejo sistema de monetización de la industria musical. Músico de pleno derecho era aquel que tocaba en una sala, sacaba disco y generaba sus ingresos a través de los canales más tradicionales.
Con la pandemia, el panorama cambió radicalmente. Una vez empezaron a faltar las actuaciones en directo y los conciertos (es cierto: nuestra vida se volvió un poco más gris) la cosa empezó a moverse de otra manera. El confinamiento domiciliario y la extrema sensación de soledad de buena parte de la población se abrió paso en nosotros, y ahi surgió el fenómeno. Billie Eilish es una de las artistas que supo aprovechar esta floreciente fuente de ingresos fruto de la pandemia, pero no ha sido la única. La gente necesitaba que le cantasen, y ese canto estaba en Internet.
Lo cuenta Bussines Insider en un extenso artículo donde se glosa el inesperado fenómeno de los artistas estadounidenses que se hicieron aún más ricos durante la pandemia. Oh, sorpresa, no se podía saber.
¿La jugada maestra? El encierro y la pandemia. Una población en pleno delirio esquizoide por un virus que segaba la vida de miles de personas en cuestión de semanas dirigió su consumo y sus ojos al contenido en la red.
Esta necesidad de buscarle una banda sonora al confinamiento le salió muy rentable a Billie Eilish, por ejemplo, con unos ingresos en 2020 que, según varios medios, rondan los 12,4 millones de euros. No le hicieron falta giras, festivales, o conciertos botando en el escenario y encendiendo la nostalgia de las nuevas generaciones.
El chorro de dinero vino a través del streaming y las visualizaciones de la cantante, que se cuentan por cientos de millones (y justo es decir que la masa lleva razón: Eilish es fantástica en lo suyo, y sus letras te pueden servir incluso para declararte a tu crush cuando te tiemblan las piernas y solo balbuceas palabras incoherentes).
Pero si Eilish ganó en popularidad y su cuenta bancaria engordó como un niño servido en una bandeja de plata para la cena de Navidad, no fue solo por su talento, sino por la plataforma que da cobijo (y billetes) a los que se llevan la parte más jugosa del pastel de las reproducciones. El annus horribilis pandémico, Spotify alcanzó su pico más alto de usuarios mensuales. 345 millones de personas pulsando play, cerrando los ojos y dejando que la música se infiltre bajo su piel.
Eilish no fue ni mucho menos la única artista a la que la pandemia ayudó en términos económicos. Es cierto que encabeza la lista de músicos que más ingresos generaron, según Billboard y otros medios, pero en esa lid compitió con diosas como Taylor Swift, que encabeza el ránking de los músicos mejor pagados del mundo y ha sido la artista más joven de la historia fichada por Sony
A la artífice de ‘Evermore” la pandemia le sentó como anillo al dedo (ojalá te cases pronto, Taylor, queremos vestidazo). Solo la suma de ingresos de sus dos discos de 2020 alcanzó los veinte millones de dólares, pero es que, además, los derechos de streaming le reportaron a la cantante casi cuatro millones de dólares. No está mal. Eso son unas cuantas pagas semanales de padres preocupados.
Casi al mismo nivel de la piscina llena de monedas de Eilish o Taylor está Celine Dion, con unos ingresos estimados en pandemia de 15 millones de euros, aunque en su caso, como en el de Post Malone (10 millones de euros), estos ingresos procedieron del clásico conciertazo y la gira de rigor. Drake, otro de los incluidos en la jugosa lista de Billboard, sumó casi 3000 millones de reproducciones en las distintas plataformas (¿cuántas piscinas de monedas imaginarias caben en esta última estimación?)