Todos estamos de los nervios el primer día de trabajo: gente nueva, un espacio que no conoces, una labor que aún no sabes cómo se va a desarrollar… te sientes como un niño de seis años el primer día de colegio. Quieres demostrar tu validez, pero no tienes ni idea de cómo actuar.
Los nervios y las ganas de dejar una buena impresión te pueden jugar una mala pasada y minar tu confianza. La verdad es que no merece la pena ponerse nervioso: todo lo que ocurra dentro de la oficina estará dirigido por otra persona, que hará de anfitriona, a la que podrás consultar todas tus dudas. Intenta relajarte antes del gran día (puedes practicar meditación, por ejemplo) y controla solo aquello sobre lo que tienes cierto poder, como la puntualidad o tu imagen personal.
Una buena imagen empieza por la puntualidad: a nadie le gusta un compañero de trabajo que llega tarde y se escaquea de sus labores. Por eso, intenta llegar 15 o 20 minutos antes de la hora los primeros días, sobre todo para tratar de ubicarte, conocer los programas y equipos que vas a utilizar y estar al día cuando llegue el momento de ponerse en serio.
Averigua lo que tardas en llegar desde tu casa hasta el trabajo y añádele un margen de tiempo que te permita ser puntual, incluso cuando te encuentres con un atasco o incidencia en tu camino. Aunque nadie agradezca despertarse media hora antes, la sensación es mucho mejor que el agobio que te placa cuando llegas tarde a tu primer día de trabajo.
En determinados espacios de trabajo (sobre todo en aquellos puestos de cara al público), el vestuario es un punto fundamental a tener en cuenta. Seguramente ya investigases el dresscode de la oficina para hacer la entrevista, así que probablemente ya sepas las normas de vestuario; si no es así, rebusca en tu armario hasta que des con un outfit neutro con el que puedas pasar el mal trago el primer día hasta que descubras cómo visten tus compañeros.
Acude limpio y aseado. Intenta lavarte el pelo ese día o el anterior, para que no tenga olores, y ten precaución con el perfume: los aromas intensos pueden ser un poco molestos. Ya sabes que la primera impresión se forma en cuestión de segundos y condiciona la forma en que tus compañeros te tratarán en adelante: ropa planchada, zapatos limpios y un aseo decente (nada de lavados de gato ese día, por favor).
Aprovecha ese primer día para conocer a tus compañeros de oficina: cuando te cruces con alguien o te muestren tu zona de trabajo, di tu nombre y ofrécete para echarle una mano si lo necesita. Siempre quedas bien y te ayudará a establecer lazos de apoyo; ya tendrás tiempo después de averiguar con quién puedes colaborar.
Puedes tomarte esos primeros días como una especie de registro: crea en tu móvil o en el mail de la empresa una agenda con contactos y apunta en el calendario fechas que no puedes olvidar. Comprueba que las claves y contraseñas con las que vas a trabajar funcionan y apunta todas las dudas que te vayan surgiendo: es importante para no interrumpir después el trabajo de los demás.
Desde el primer día, ten tu mesa, bandejas, papeles y carpetas del ordenador ordenadas y limpias. Espera un poco para personalizarlo, o no lo hagas de una forma muy agresiva o indiscreta, para que no resulte invasivo a tus compañeros de oficina.
Si eres fumador, intenta reducir las salidas al exterior, y haz lo propio con el tiempo de descanso. Si te sientes incómodo tomando la iniciativa, puedes esperar a que la persona que te está acompañando te ofrezca tomar un café o salir a fumar.
Evita usar el teléfono móvil o el ordenador de la empresa para temas personales, como los Whatsapps o mirar Twitter. Si no tienes mucho que hacer, ponte al día con lo que se hace en la empresa: costumbres relacionadas con la hora de comer, los descansos para el café o las dinámicas entre compañeros. Poco a poco, podrás irte amoldando, pero la paciencia y la observación son dos cualidades muy valiosas durante los primeros días.
Por norma general, lo mejor es ser discreto los primeros días y tratar de transmitir confianza. Si te contrataron es porque vieron algo en ti, ¡mucho ánimo!