Cuando te gusta una persona, tu cuerpo te lo comunica, en el más sutil de los casos, con cosquillitas en el estómago. Si tienes suerte, esa persona querrá quedar contigo, y si los astros se alinean y tú estás estupendo, quizás tú también le gustes y acabéis en la cama. Bien, ¿no? Tener relaciones sexuales es tan natural como comer o dormir y, de hecho, tu cuerpo responde al estímulo con la misma naturalidad: cuando hueles un plato que te gusta, salivas y te lanzas a por él, y cuando sientes deseo sexual, pasa algo parecido.
Antes de que tú sepas que esa persona te interesa, tu cuerpo lo procesa y monta un circo de ocho pistas y tres carpas alrededor. Cuando tu cerebro interpreta un estímulo como sexual (puede ser de lo más variado, y depende incluso de tu propio estado de ánimo), el resto de tus músculos y órganos reaccionan en cascada. La respuesta más común es intentar hacer algo para satisfacer el placer, ya sea la masturbación o el sexo con otra persona, y es ahí donde el cuerpo (tu cuerpo) realmente muta.
El deseo llega y te excitas: hasta ahí, todo controlado. Pero cuando ese deseo se mantiene y va aumentando de intensidad (sobre todo cuando la otra persona reacciona a tu excitación), todo tu cuerpo se va de fiesta con él: aumenta la frecuencia cardiaca y la presión arterial y la piel se enrojece, ya que aumentan los receptores. Según contaba Francisca Molero en El País, cambia hasta la mirada: para comunicar la excitación, la vista “es mucho más luminosa y toda la expresión de la cara se vuelve deseante”, asegura.
El resto va detrás: los pezones se erizan y la zona genital se acciona. Se puede producir la erección del pene, la subida de los testículos y el líquido preseminal, por ejemplo, y en el caso de las personas con vagina, Molero asegura que “cambia en hasta dos tercios desde su tamaño inicial, tanto de largo como diametralmente”, tan solo cinco segundos después de notar el deseo. Además, la zona se lubrica y se hinchan tanto la vulva como los labios menores y mayores.
Si todo continúa, el cuerpo aumenta la intensidad de sus señales y todo se desmadra. Vuelve a haber muchos cambios durante el orgasmo, cuando se expulsa el semen y se dan las contracciones vaginales. Es normal, sobre todo si tenemos en cuenta que el sexo involucra el sistema endocrino, el neuronal o el osteoarticular, y que libera neurotransmisores de todo tipo en el cerebro. Todo eso sin hablar de las sensaciones más personales sobre el placer, que dependen de cada uno y que pueden resultar adictivas.
Uno de los estudios más sonados en el campo de la sexualidad humana se dio a mediados del siglo pasado, en Estados Unidos. La psicóloga Virginia Eshelman Johnson y el ginecólogo William Howell Masters llevaron a cabo una serie de investigaciones que les permitieron después desarrollar terapias dirigidas al sexo. Si te suena esta historia, es porque quizás la hayas visto en la serie ‘Masters of Sex’, basada en esta pareja y protagonizada por Michael Sheen y Lizzy Caplan.
Masters comenzó la investigación por su cuenta, pagando a prostitutas para que le permitieran esconderse en un armario mientras registraba todo lo que a ellas les pasaba durante los encuentros con sus clientes: duración del orgasmo, tiempo de la excitación, etc. Tiempo después, contrató a Johnson como su asistente. Juntos montaron un laboratorio en el que consiguieron reproducir y medir la respuesta fisiológica de cientos de personas que se masturbaron o tuvieron relaciones frente a ellos. Todo en nombre de la ciencia, no vayas a pensar.
Masters y Johnson concluyeron que en el sexo se daban cuatro fases: excitación, meseta, orgasmo y conclusión. Con el paso del tiempo, se les añadieron otras dos, el estímulo sexual efectivo y el periodo refractario. De entre estos últimos, el primero se refiere al estímulo que produce excitación, y el segundo al tiempo que tardas en volver a excitarte. En el caso de las personas con vagina, suele ser más reducido que en el caso de las personas con pene, aunque este periodo varía con el estado emocional de la persona, la edad, la forma física…
En lo que respecta a los otros cuatro, se darían así: