Cuando tienen hambre, nuestras mascotas no ven lo que hay en el plato. Les da igual que la comida esté menos troceada, más sosa o que parezca menos apetecible: ellos se lo comen, y ya ven después lo que hacen. Por eso, no es raro que terminen atragantándose. Pero, ¿sabrías cómo actuar en esos casos?
Sin ánimo de alarmar a nadie, pero un atragantamiento puede ser muy peligroso, llegando a acabar en los casos más extremos con la vida de nuestra mascota. Saber cómo proceder adecuadamente puede salvar a nuestro perro o gato de la asfixia. En Yasss te contamos los cinco pasos que debes llevar a cabo para conseguir que tu mascota expulse el objeto de la garganta; lo más importante es mantener la calma y evitar meter la mano en la boca del animal. Allá van.
Cuando un perro o un gato se han atragantado, hay que evitar que el animal se estrese todavía más. Si el perro se pone nervioso, respirará más fuerte y será más difícil que expulse el trozo de comida; probablemente el objeto se introduzca todavía más en su aparato respiratorio.
Para evitarlo, hay que utilizar un tono de voz tranquilo con él y acariciarle calmadamente, para tratar de relajar sus nervios y evitar que el problema vaya a mayores. Muchas veces, los animales se mueven imprevisible y rápidamente, lo que puede dificultar aún más la salida del objeto. Después, llama a tu veterinario; suelen desplazarse a domicilio.
Cuando el animal se atraganta, tiene muchos problemas para respirar. Lógicamente, si metemos la mano en la boca dificultaremos todavía más la entrada de aire; obstruirle la boca no es buena idea.
Además, seguramente se le junten los nervios con la incomodidad o el dolor de tener una mano en la boca, con lo que es probable que trate de mordernos. No necesitamos problemas añadidos.
La clave para conseguir que el animal expulse el objeto obstructor es abrir su aparato respiratorio. ¿Cómo hacerlo? Pues, tal y como ocurre cuando un humano se atraganta, con la maniobra de Heimlich, en este caso adaptada a su fisiología.
Lo primero es levantar las patas traseras del animal y engancharlas entre nuestras piernas mientras nos ayudamos de los brazos, como si las estuvieras abrazando. De ese modo, la parte inferior del cuerpo de tu mascota quedará elevada, como haciendo el pino o la carretilla. La idea es que la gravedad nos ayude a que el animal expulse el objeto que se le ha quedado en la garganta.
Si tu perro o gato no son muy grandes, puedes hacer tu propia versión de esta maniobra. Coge a tu mascota en brazos, como si fuese un bebé, y abre las patas delanteras para favorecer el espacio en su aparato respiratorio. Si no funciona, realiza la misma maniobra que con animales más grandes, pero ten más cuidado.
La maniobra de Heimlich puede ser suficiente para que el animal expulse el objeto; tu mascota tose y el impulso del aire suele empujarlo hacia fuera. Sin embargo, no siempre es así, y en esas ocasiones una presión seca con nuestras manos puede ayudar al animal a liberarse de su asfixia.
Sin embargo, conviene no hacer esto a no ser que estemos muy seguros. Hacer más presión de la cuenta puede provocarles lesiones o dificultarles todavía más la respiración. Si no estás convencido, lo mejor es mantener al perro con las piernas en alto, para que el objeto se expulse solo.
Si has conseguido que tu veterinario se desplace hasta tu domicilio, es cuestión de tiempo que aparezca en tu casa. En cuanto lo haga, sedará y tranquilizará al animal, para después retirarle el objeto con unas pinzas.