El mundo canino cambia muy rápido, sobre todo si queremos estar al día en las últimas tendencias de entrenamiento y las distintas formas que tenemos de mantener a nuestro perro en forma. El abanico es tan enorme que a veces cuesta un poco elegir qué método seguir con nuestra mascota.
Últimamente hay un término que se ha puesto de moda entre los entrenadores y dueños de perros. Eso sí, no le pediríamos ni a nuestro peor enemigo que lo pronunciara.
Te hablamos de la propiocepción y algunos ejercicios nuevos que puedes hacer con tu perro.
Fijemos la etimología del término. Propio (uno mismo) y cepción (conciencia). Podríamos decir que es la capacidad o la habilidad de detectar nuestra posición en el espacio, si la desarrollamos adecuadamente. ¡Oh, la conciencia del músculo, qué hermoso superpoder!
Con la propiocepción regulamos la dirección y el rango de nuestro movimiento muscular. Nos permite reaccionar ‘automáticamente’ y ajustarnos al espacio. Si alguien me lanza una piedra, de frente, instintivamente la esquivaré y reequilibraré mi posición para visualizar el origen de la amenaza. Algo tan sencillo como subir escaleras implica saber dónde coloco cada pie. Otras funciones entran aquí: controlar el equilibrio, poner el sistema nervioso en un estado de alerta y coordinar los dos lados del cuerpo.
Tiene bastante sentido aplicar este término al ser humano, pero en el entrenamiento canino cobra una especial relevancia por lo agudizados que están los sentidos de los perros (lo que no significa, de ninguna manera, que nuestro amigo peludo no pueda aprender a ser un poco más hábil). La propiocepción implica una potenciación de ciertas habilidades para que nuestro perro sea todavía más consciente de sus posibilidades musculares y, con una buena guía, puede tener influencia en su desarrollo emocional y su comportamiento.
Con esto de la ‘conciencia’ no queremos decir que un perro haya desarrollado su propio cogito ergo sum cartesiano. De ningún modo los perros tienen un sentido de sí mismos (conciencia corporal) como podemos tenerlo los seres humanos, ni un conocimiento racional de cómo funciona su movimiento. Lo que sí puede hacer un perro es asimilarlo de forma alternativa o indirecta, como proceso biológico, a partir del entrenamiento. Con la propiocepción somos capaces de regular su instinto para que incremente la concentración, la memoria muscular, el equilibrio o la atención que presta a los estímulos (y a nuestra voz). Sabemos que los perros aprenden por repetición y recompensa, así que aprovechémoslo.
Los ejercicios de propiocepción valen para cualquier tipo de perro y en cualquier edad, aunque suele ser más divertida y estimulante cuando nuestro perro es todavía cachorro y está aprendiendo a relacionarse con el entorno. En todo caso, no importa la etapa del perro (cachorro, adolescente o adulto). Los ejercicios bien dirigidos van a ayudarle a mejorar. Baste añadir que le presuponemos a los perros unas habilidades naturales, una agilidad y una forma de comportarse instintiva. Así y todo, hay perros que tienen una conciencia muy pobre de ciertas partes de su cuerpo o no las han desarrollado hasta su máximo potencial.
Existen muchos niveles por los que puedes empezar el proceso de ‘propiocepcionar’ (no nos hemos podido resistir) a tu mascota. Ten en cuenta, eso sí, que la edad determinará la intensidad del ejercicio. Para los cachorros tiene sentido un circuito de ejercicios complicado, pero para los perros senior, nuestros viejitos favoritos, que ya no puede moverse tan ágilmente como en el pasado, hay que rebajar un poco las expectativas. Tú conoces a tu perro mejor que nosotros. Adapta el entrenamiento para que pueda disfrutarlo.
El circuito se puede preparar con objetos caseros que obliguen al perro a ser consciente de dónde coloca las patas. Por ejemplo, en un pasillo, puedes colocar un somier y situarnos al otro extremo. Para llegar a ti el perro tendrá que atravesar el obstáculo. Instintivamente colocará las patas en los apoyos (sólidos) que le permitan rebasar esa 'barrera' más rápido. Lo mismo puedes hacer con un tobogán desmontado si tienes jardín. También con escaleras de mano, sillas plegables, mangueras. La propiocepción (casera) se vale de los enseres y objetos que tenemos a mano.
Ciertos artículos que usamos para nuestro entrenamiento pueden también ser usados para el entrenamiento de propiocepción de tu mascota. Por ejemplo, con una pelota de pilates puedes enseñar a tu perro a mantenerse en equilibrio. Según la hinches más o menos el animal tendrá que adaptarse y regular la fuerza y la dirección de su cuerpo.
Con un disco plano (o una rueda con huecos) se le puede enseñar al perro a mantenerse y girar dentro de la superficie, para que adapte sus dimensiones al espacio de la circunferencia.
Un último consejo: al perro tienes que guiarle y animarle a superar el obstáculo con un premio, tal y como hacías en sus primeros entrenamientos para que te siguiera o te diera la tapa. No hay que obligarlo ni forzarlo con castigos.
Esto son solo algunos de los ejercicios de propiocepción que puedes hacer con tu mascota, pero no son los únicos. Inventa y vencerás.