Hablar de precariedad incomoda, pero lo cierto es que la generación millennial se encuentra inmersa en una forma de pobreza totalmente nueva: con trabajo, un alquiler abusivo y sin posibilidad de ahorrar para comprar un piso en un futuro.
Este es el mejor de los escenarios, obligándonos a sentirnos afortunados por rascar con los dedos la clase media-baja. Sin embargo, son muchas las personas que no encuentran un trabajo en el que no se incumplan las condiciones laborales que dicta la ley, como el derecho a vacaciones, a cobrar las horas extra o a tener un contrato, entre otros.
Las consecuencias de la precariedad no son algo impalpable. Desde problemas de salud mental, especialmente ansiedad generalizada y depresión, hasta complicaciones físicas por el estrés mantenido en el tiempo, los jóvenes están sufriendo con cada vez mayor dureza las secuelas de una sociedad que tras maltratarles, se atreve a llamarles ‘generación de cristal’.
Y en este combate a muerte, uno de los adversarios son los medios que aprovechan cualquier ocasión para blanquear la precariedad. ¿Cómo? Inventando nuevas palabras como coliving, nesting, coworking, friganismo o dumpster dive.
La última gran invención ha sido el polyworking, un término que como su propio nombre indica, significa compaginar varios trabajos a la vez. “Tres cuartos de los estadounidenses de entre 21 y 41 años afirman compaginar diez trabajos a la vez”, explicaba el periódico New York Post en un articulo titulado ‘No te limites a un solo trabajo, se un experto en todos’.
Como era de esperar, las redes sociales han criticado este tipo de noticias en las que idealizan una situación de precariedad o incluso la disfrazan de una moda opcional entre los jóvenes, cuando en realidad es el único recurso que tenemos para sobrevivir.
El polyworking no es el único ejemplo del blanqueamiento de la precariedad. Otros términos que los medios han intentado vender como modas de la generación millennial son:
Como estos términos hay decenas, y es que los jóvenes no compran vans camperizadas por capricho, sino porque es la única opción de acceder a una vivienda propia. Tampoco viven en minicasas para limpiar menos y optimizar su tiempo. ¿Quién no preferiría tener un hogar con un baño, una cocina, un salón y una habitación como mínimo? Lo mismo sucede con el wardrobing, con el job sharing o con el complain restraint.
Nos quieren callados y alienados, sí, pero por suerte lo que ahora está de moda es ser críticos con este tipo de noticias y condenar la precariedad. Hemos dejado claro que no somos la generación de cristal, somos la generación que tiene las cosas claras.